Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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A medida que creció el interés por las relaciones objetales, emergieron esfuerzos originales por integrar la psicología del yo/teoría estructural con las relaciones objetales. Kernberg (1982, 2015a) formuló una concepción del conflicto intrapsíquico inconsciente preedípico –característico de los individuos con organización límite– en la que el conflicto inconsciente ocurre entre unidades internalizadas opuestas de representaciones del sí mismo y del objeto, junto con sus respectivas disposiciones afectivo/pulsionales. Dentro de esta conceptualización, los afectos, que se integran gradualmente a las pulsiones, se consideran un sistema motivacional primario (inconsciente). En su trabajo “Self, Ego, Affects and Drives” [Sí mismo, yo, afectos y pulsiones] (1982), Kernberg propone una modificación de la teoría dual freudiana de las pulsiones, en el contexto de la relación entre el yo y el sí mismo, el desarrollo temprano y la formación estructural. Aquí, los afectos son considerados el sistema motivacional primario, en el sentido de que están en el centro de cada uno de los infinitos eventos concretos gratificantes o frustrantes que el infante experimenta en su entorno. Los afectos vinculan una serie de representaciones del sí mismo y objetales indiferenciadas, de modo que gradualmente se construye un mundo complejo de relaciones objetales internalizadas, algunas teñidas de placer y otras de displacer. La libido y la agresión, a su vez, se convierten en sistemas motivacionales jerárquicamente superiores, que se expresan a través de múltiples disposiciones afectivas diferenciadas según las circunstancias. Los afectos son los bloques de construcción o componentes de las pulsiones; los afectos eventualmente adquieren una función de señal para la activación de las pulsiones. La libido y la agresión se manifiestan clínicamente en un espectro de disposiciones y estados afectivos concretos. “A su vez, estos estados afectivos y sus relaciones objetales correspondientes pueden rastrearse clínicamente hasta la agresión, la libido o, en etapas avanzadas del desarrollo, hasta condensaciones de ambas pulsiones. La relación con el objeto cambia bajo la influencia de la activación biológica de nuevos estados afectivos que emergen a lo largo del desarrollo y provocan un cambio en la cualidad de las pulsiones. Por ejemplo, los impulsos libidinales preedípicos hacia la madre cambian bajo el impacto de nuevos estados afectivos con tintes sexuales que surgen durante la etapa edípica del desarrollo. Estos afectos se organizan en urgencias genitales que operan en continuidad con los impulsos libidinales anteriores, pero con una cualidad subjetiva distinta y diferentes implicaciones motivacionales. De forma parecida, la agresión, dirigida al mismo objeto libidinal, también se manifiesta en varios estados afectivos de componentes agresivos, trasciende cada uno de estos afectos agresivos concretos y –sobre todo tras la condensación e integración de las pulsiones agresivas y libidinales– genera o contribuye a una nueva complejidad de las relaciones objetales y a un nuevo conjunto de estados afectivos más complejos e integrados (como la tristeza, la ternura, la culpa, la añoranza, etc.)” (Kernberg 1982, p. 908f). Apoyándose en Wright y Panksepp (2014), Krause (2012) y otros, Kernberg (2015b) postula la integración de los principales afectos primarios en varios sistemas

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