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tal como se desarrollaron primeramente en el psicoanálisis italiano y luego en otras partes de Europa. Su primera raíz, y su influencia más predominante, se remonta al trabajo de los Baranger en América Latina, cuyo concepto original de campo propone que el analista y el paciente formen conjuntamente puntos ciegos, que llaman “baluartes”, conformados por las identificaciones proyectivas de ambos miembros de la pareja analítica, paciente y analista. Estos focos de resistencia o verdaderos puntos ciegos se forman continuamente y necesitan ser disueltos por la “segunda mirada” del analista como “intérprete del baluarte”. Así, salta a la vista que existe un campo, aunque éste implique un alto grado de asimetría en la medida en que es el analista quien ocupa una posición de fuerza y privilegio para derribar estas áreas de resistencia. Vinculado a esta resistencia, es importante introducir otro de los aportes de los Baranger, en coautoría con Mom (1988), en el que elaboran el concepto de “trauma puro”, un universo donde los “peligros” son “innombrables”, “ilocalizables”, sin un objeto (p. 124). Es precisamente a estas experiencias a las que el proceso psicoanalítico buscaría conectar con un objeto y asegurar que fueran representadas e incluidas en un relato. En este artículo los autores afirman que “el psicoanálisis se establece contra el trauma puro”, pero al considerar el “trauma puro”, señalan momentos e impases en que las dificultades “pueden parecen imposibles de superar para avanzar en el proceso psicoanalítico”, en esa “tierra de nadie” (p. 124). Ferro identifica otra raíz importante de la teoría del campo europea en el trabajo de Francesco Corrao , psicoanalista y médico italiano que se interesó por el pensamiento y la epistemología griega. Fue formado en psicoanálisis por una discípula de Melanie Klein, Alexandra von Wolff-Stomersee, que luego se trasladó a Sicilia. Corrao tomó su relevo para desarrollar el psicoanálisis en Sicilia. Conoció el trabajo de Melanie Klein y también se interesó en el pensamiento de Wilfred Bion y su teoría sobre los grupos. Corrao (1985) definió el campo como algo generado por el encuentro entre la dinámica interna tanto del paciente como del analista , o más bien, por una especie de “Big Bang” que se da siempre que la pareja analítica se encuentra, creando una sola unidad donde antes había dos mundos internos diferentes. Este Big Bang crea lo que podría llamarse una función, que sólo cobra vida en el campo . Sus características ya no pertenecen ni al analista ni al paciente, sino que se generan conjuntamente en el encuentro analítico cuando los mundos internos de la pareja se fusionan para formar una sola entidad. El enfoque interpretativo del analista cambia entonces para adaptarse a estas unidades, centrándose en el movimiento dentro del campo como un todo y ya no desde sus aspectos individuales. La atención que antes se destinaba a las interpretaciones se dirige ahora en cambio al proceso de transformación. El concepto de “ campo bipersonal ” de Ferro (1999), una estructura resultante de una convergencia de los campos subjetivos del analista y del paciente, representa una forma radical de concebir la intersubjetividad inconsciente . Lo que la entidad
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