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intensificados” (Beebe y Lachman, 2005) y las propiedades transformativas de los momentos “ahora” (Stern et al., 1998), así como en la dimensión temporal de Hoffman (1998) acerca de lo intersubjetivo y lo intrapsíquico, para quien el pasado se construye con el futuro en lo que respecta a la construcción social de realidades compartidas e individuales, en el trabajo de Benjamin (1988, 1995, 1998) sobre la complementariedad y los distintos tipos de terceridad, para quien la díada está formada por más de dos personas, y en el “testimonio” clínico de Donnel Stern (2010), centrado en la fragilidad, la inestabilidad y la incertidumbre de los límites en el contexto interpersonal y relacional del proceso de “conocerse”. Todos estos ejemplos ponen de manifiesto la riqueza conceptual de la psicología de dos personas proveniente de las diversas escuelas relacionales. 2. El constructivismo social: hace referencia a la regulación social conceptualizada por Fromm (1941) y Levenson (2006), tomada de la tradición interpersonalista que considera que la cultura ejerce una gran influencia sobre la psique del individuo. Las ideas de Foucault (1988) y Althusser (1970) han sido muy influyentes con respecto a los estudios de género y sexualidad. Actualmente, en América del Norte, Dimen (2003) y Goldner (1991, 2003) trabajan desde esta tradición, centrándose en el diálogo entre el inconsciente y lo social, el cuerpo y la cultura, en torno al feminismo psicoanalítico y otros temas culturales transformadores. Corbett (1993, 2009), por su parte, deconstruye la masculinidad y sitúa su trabajo dentro de la teoría relacional y queer. 3. Los múltiples estados del yo: se trata de una metapsicología relacional que se preocupa por los estados identitarios y los procesos disociativos de intensidad variable. Este interés explica gran parte del trabajo diádico analítico relacional. La “hibridez”, la “multiplicidad”, los “estados cambiantes del yo”, las “divisiones verticales” y las “disociaciones” pueden ser indicios de un trauma o bien formar parte de modelos normativos de la mente (Bromberg, 1998, 2006; Davies y Frawley, 1994). En este sentido, el trabajo de Ferenczi (1911, 1932) sobre la comunicación inconsciente de las experiencias traumáticas, así como sus conceptos de identificación con el agresor y el niño sabio, continúan desarrollándose en la actualidad, sobre todo en el campo del trauma y su transmisión intergeneracional a través del habla, el cuerpo, y otras formas de relacionarse. Parte del trabajo relacional contemporáneo se centra en el embodiment (corporización, o “pensar con el cuerpo”, en un entorno problemático (Gentile, 2006; Anderson, 2009; Seligman, 2009; Corbett, 2009), o en el trabajo sobre la vergüenza resultante (Lombardi, 2008). 4. El desarrollo, la motivación y la función emergente: Mitchell, quien al principio se opuso a la “tendencia evolutiva” de la teoría clásica freudiana, más tarde, al elaborar la noción de subjetividad de Loewald como un producto de la matriz relacional, caracterizada “desde el comienzo por ser un lugar de densidad primaria de donde surgen los estados objetales y la subjetividad” (Harris, 2011, p. 714), fue inclinándose por los estudios desarrollistas. Stein presentó un caso de sexualidad incipiente de dos personas, empleando los conceptos de “implantación” y “exceso del otro” de Laplanche, con el
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