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desafortunada entre la mente y el cerebro ha causado esta confusión. Aunque la mente sea generada por el cerebro, no puede considerarse como una mera cualidad del cerebro, como muchos defienden (Kandel, 2012) –presuntamente para economizar el vocabulario. El cerebro, la mente y el sí-mismo son tres entidades distintas y diferenciadas. El cerebro es un órgano que genera la mente. La mente es un concepto de pensamiento y emoción que abarca el mundo. El sí-mismo es la persona que existe en el mundo con otras personas. Estas tres entidades no deberían reducirse a una sola. En palabras de Goldberg (2015b, comunicación oral con Eva Papiasvili): “Imagine, por ejemplo, que una persona se inscribe en la escuela de negocios de Harvard. Él o ella está en la escuela de negocios, pero raramente se presentará físicamente en el edificio que alberga la escuela de negocios. Los padres de este estudiante imaginario vienen de visita para conocer la universidad de su hijo o hija. Se les muestra el edificio administrativo, la biblioteca y la escuela de negocios, pero una pregunta inocente parece desconcertar a su guía turístico. La madre de nuestro estudiante desea saber dónde está la universidad y solo se le puede contestar que la universidad está en todas partes y más allá. Harvard no es una simple colección de edificios, ni puede localizarse con exactitud. Es algo parecido a una idea, así como la mente y el sí-mismo no son entidades fijas ni limitadas. Harvard significa cosas distintas según las personas, como pasa con las relaciones objetales.” (Ver también las entradas TRANSFERENCIA y PSICOLOGÍA DEL SELF). V. Be. El auge de propuestas del “tercer” modelo del funcionamiento psíquico A ambos lados del Atlántico, los analistas franceses (Brusset, 1988, 2005, 2006, 2013) han adoptado el término “tercer modelo” (“le troisième topique”) para reunir bajo una sola rúbrica metapsicológica el trabajo de una serie de publicaciones de autores post-freudianos sobre el papel del objeto en el desarrollo del aparato psíquico. La designación #3 hace referencia a este modelo elaborado por varios pensadores que han sentido la necesidad de incluir la relación con los primeros cuidadores al logro de un aparato psíquico capaz de operar según los dos modelos freudianos del aparato psíquico: el primero, el topográfico (Freud, 1900), que consiste en una división entre el consiente, inconsciente y preconsciente cada una con sus propias normas de funcionamiento; y el segundo modelo freudiano (1923, 1926), el estructural, que divide el aparato psíquico en tres campos: el ello, el yo y el superyó. En las primeras obras de Freud, se sobreentiende que el sujeto es consciente, de alguna manera, de que la pulsión forma parte de sí mismo y que se ha visto obligado a reprimirla para defenderse contra su naturaleza inaceptable. El segundo modelo propone una situación mucho más ambigua, ya que incluso si se dan las condiciones ideales para una diferenciación interna del aparato psíquico, siempre quedan porciones significativas del yo y del superyó que permanecen inconscientes y, por tanto, el ello se colma de material que nunca ha sido consciente. En sus últimos escritos, Freud se disputa las implicaciones
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