Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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Centrándose en el aspecto de la angustia de la teoría de Klein, Grotstein (2000) construye su hipótesis “de que el niño experimenta irrupciones de la pulsión de muerte desde el principio mismo como angustia” (p. 466). Tomando en cuenta las aportaciones de Freud, Klein, Bion, Hartmann, Spitz, y muchos otros, Grotstein llega a la posición de que “la pulsión de muerte constituye el archivo de la supervivencia del organismo a lo largo del tiempo filogenético y de las estrategias adaptativas que ha acumulado a partir de la experiencia filogenética”. En este sentido, “la pulsión de muerte […] no es otra cosa que otra dimensión de la pulsión de vida” (p. 477). Grotstein (2000) también formula una hipótesis original basada en la pulsión, en la que el odio es una alarma y defensa frente al encuentro traumático con la angustia primordial de un desorden insoportable y caos. Propone una conceptualización del odio en relación con la pulsión de muerte, la ira y la rabia. Desde este punto de vista, el odio es un miembro avanzado del conjunto destructivo (que incluye a la pulsión de muerte), y surge del fracaso adaptativo de la rabia, en forma de protesta, para rectificar una situación adversa. Cuando se activa, este conjunto destructivo emite una alarma de angustia ante lo desconocido, lo ilimitado, lo caótico y lo abrumador. Ampliando el pensamiento de Bion, Grotstein considera tanto la rabia como el odio posterior como defensas maníacas contra la sensación de impotencia de la persona frente al terror bioniano de “O”. IV. Fg. Teorías de la psicología del sí mismo y relacionales contemporáneas La visión contemporánea relacional sobre la pulsión es un tema complejo. Los analistas relacionales suelen identificarse como un movimiento de pensadores diversos, influenciados por la teoría de las relaciones objetales poskleiniana, la psicología del sí mismo y las teorías intersubjetivas, con precursores como Sándor Ferenczi y Harry Stack Sullivan. Charles Spezzano (Mitchell y Aron, 1999, p. 285) propuso definir el movimiento relacional como el “American Middle Group”, “que opera en la fértil tensión [dialéctica] entre lo intrapsíquico y lo interpersonal, considerándolo tanto revolucionario como evolutivo”. En el texto de Greenberg y Mitchell (1983), se detecta el trasfondo de un debate epistemológico fundamental, es decir, la oposición entre esencialismo y constructivismo, muy discutida en los estudios de género y en las ciencias sociales. En el esencialismo, se parte de “materiales dados”, es decir, objetos con ciertas características fijas: el mundo (incluyendo a los humanos) se compone de “cosas” definidas por categorías preestablecidas. Estas categorías pueden ser entidades biológicas como el género, la sexualidad o la pulsión. En el constructivismo, en cambio, se parte de una matriz social –como la dinámica familia o cultural– dentro de la cual se construye el mundo. El mundo no está “ahí”, sino que se “construye”. Muchos relacionistas consideran que la teoría pulsional clásica está impregnada de presupuestos esencialistas. Si bien no niegan la existencia de factores biológicos, como las plantillas

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