Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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mientras que las personalidades límite y los psicóticos no experimentan sus pulsiones o sus fantasías como “internas” (aunque desde el punto de vista de un observador éstas provengan de adentro). Para pasar de un proceso primario de pensamiento, donde los deseos se perciben como cumplidos, a un pensamiento donde los deseos pueden experimentarse en un espacio transicional de verdad y falsedad, se necesita la intervención de un padre o madre suficientemente bueno que actúe como prótesis y contenedor temporal. Según este modelo, cada ser humano comienza su vida en una situación de procesamiento psíquico de dos personas, en que el bebé y el entorno son una unidad operativa, y es solo con el tiempo y gracias a un trabajo psíquico considerable (por lo general, inconsciente) por parte de ambos sujetos que se establece una autonomía intrapsíquica relativa de una persona. Esta autonomía es entendida como un desarrollo universal ideal, que no todas las personas pueden lograr, normalmente debido a deficiencias en el encuentro primitivo de dos personas. Para estos pensadores, llamados retrospectivamente del “tercer modelo”, la mente de una persona es un logro, una fluctuación que puede perderse a causa del estrés interno o externo. V. Bea. El objeto, el otro real y la pulsión La oposición entre la “búsqueda objetal” y la “búsqueda del placer” en la constitución de la psique originó una revolución post-freudiana en los Estados Unidos, un corpus considerable de reflexiones que cuestionan esta oposición desde su planteamiento. Algo similar ocurre con respecto a la controversia sobre la importancia relativa de las personas/objetos “reales” versus los objetos internos, o la necesidad de abordar el “déficit” en lugar de la “pulsión”. Ninguna teoría psicoanalítica puede evitar una confrontación con el doble estatus del objeto (Green, 1975): fantasioso y real, interno y externo, representado y percibido. Los defensores de añadir un “tercer” modelo metapsicológico a nuestro arsenal teórico, señalan cuán profundamente interrelacionadas están la pulsión y las relaciones objetales, por lo que pueden situarse cerca de los relacionistas, quienes, como se señaló anteriormente, abogan por una “dialéctica” entre la pulsión y los modelos relaciones. Sería más apropiado referirse al tercer modelo en plural, ya que diferentes autores han definido el papel del objeto de maneras tan dispares que todavía no existe una teoría “unificada” y puede que nunca llegue a existir. A medida que se vaya tomando conciencia de la convergencia entre orientaciones y estudios teóricos del papel del objeto en el desarrollo del aparato psíquico, habrá más oportunidades de intercambio en los debates. A continuación, para ilustrar la pluralidad de estos puntos de vista, se menciona el trabajo de seis autores cuyas contribuciones han sido especialmente influyentes en América del Norte: Lacan, Winnicott, Green, Laplanche y Loewald. De forma independiente y casi simultánea, Lacan y Winnicott formularon una de las más cuestiones más fundamentales para el ser humano: para convertirse en alguien, cada sujeto debe pasar por otro, un individuo real y conflictivo, otro. Ambos autores escribieron sobre la función espejo del objeto: Winnicott (1967) lo vio como una

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