Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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inconsciente, una presentación de “cosa” que se transformará en una presentación de palabras, dando al estado inicial del impulso una forma comunicable a través del lenguaje. En su marco conceptual (Green 1999, 2002), la actividad representacional enlaza el objeto, las pulsiones y las presentaciones objetales, transformando las pulsiones en afectos y las presentaciones objetales en presentaciones de palabras. Si falta o es insuficiente el papel que debe desempeñar el objeto en esta transformación (como ocurre en el cuidado materno por parte de una “madre muerta”), la mayoría de los impulsos instintivos quedan en forma bruta, escapando a la transformación en significado y a la organización simbólica del inconsciente. Las fijaciones erógenas de este tipo sufren el asalto de la destructividad: la combinación de pulsiones eróticas y destructivas afectan las relaciones entre el yo y los objetos. Green describe el esquema económico de la psique en cual el inconsciente consiste en una red ramificada de derivados pulsionales (como representaciones de cosas) que buscan un camino hacia la descarga. La naturaleza dinámica de estas representaciones –que representan una forma primaria de la pulsión– las mueve hacia la acción o hacia la conciencia. Este aspecto móvil y dinámico de las pulsiones inconscientes, basadas en el cuerpo y que siempre buscan descarga, determina las acciones del individuo y tiene una resonancia clínica cotidiana (Green, 2002). En la teoría del afecto de Green (1985), el afecto representa una forma distinta de concebir la presencia del cuerpo en el discurso. V. Bb. Jean Laplanche La ambiciosa reformulación de Jean Laplanche de los “fundamentos del psicoanálisis” (1989b) ofrece otra visión de la relación entre objeto y pulsión. Laplanche (1999a) critica el carácter “ptolemaico” de la visión freudiana, que coloca la psique del individuo en el centro de su destino. Por el contrario, Laplanche defiende que la “situación antropológica fundamental” de la primera infancia está completamente descentralizada por la “prioridad del otro” , haciendo que el pequeño ser humano sea “copernicano” en su revolución en torno al adulto. La drástica asimetría entre adulto y bebé, enfatizada por Laplanche por sus enormes consecuencias para la estructura psíquica del bebé, se debe a que el adulto es un ser sexual y lingüístico, con un inconsciente, mientras que el bebé no es ni es sexual ni es capaz de hablar, ni está todavía dividido internamente. Apenas intuido por el adulto, su propia sexualidad infantil inconsciente se activa en la intimidad primaria con su cuerpo. Esta sexualidad inconsciente “contamina” los intercambios íntimos con el bebé en forma de “mensajes enigmáticos” que el bebé no tiene los medios cognitivos, emocionales ni corporales para decodificar y que generan pulsiones y fantasías inconscientes en forma de una “presión interna por la traducción”. Para Laplanche, esta sexualidad infantil, de naturaleza enigmática, no es innata, sino una implantación del otro real, aunque la

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