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fóbicos, y sobre los efectos de las sombras de estos objetos, especialmente en el duelo y la melancolía. Además, las exploraciones clínicas de las primeras transferencias, las modalidades de las relaciones objetales en el proceso psicoanalítico, la situación analítica como campo dinámico, el descubrimiento de la interrelación con los vínculos a través de los objetos y “ lo vincular ” desafían los límites clínicos de la teoría contemporánea de las relaciones objetales. Estos avances, junto con importantes exploraciones teóricas y clínicas de “lo femenino” y la hipocondría y la investigación de la dimensión intersubjetiva de las relaciones objetales, especialmente en pacientes traumatizados, constituyen las principales contribuciones de América Latina a las teorías de las relaciones objetales y prácticas clínicas relacionadas. Las corrientes contemporáneas de relaciones objetales en la cultura psicoanalítica de América del Norte incluyen varias conceptualizaciones integradoras de objetos intrapsíquicos y representaciones del sí-mismo que evolucionan junto a la pulsión, el afecto, la memoria y los procesos cognitivos. Diversas perspectivas psicoanalíticas consideran que la interacción entre la pulsión, el afecto, las relaciones objetales internalizadas y las externas es fundamental para el desarrollo, continuidad y transformación de la estructura psíquica. Al revisar las divisiones históricas entre las relaciones objetales y la teoría de la pulsión, algunos autores señalan la existencia de una “falsa dicotomía”, ya que ambas perspectivas se complementan en el desarrollo y en la vida. El mundo representacional intrapsíquico (el sí-mismo y el objeto) se deriva en parte de las interacciones con el mundo “real” del objeto externo, pero también está modelado por sus “motores” dinámicos internos. Actualmente, todas las orientaciones psicoanalíticas norteamericanas coinciden en que las formulaciones iniciales de la teoría de la pulsión no tenían suficientemente en cuenta los atributos reales del objeto y la identificación con el objeto real. Paradójicamente, junto con estas corrientes integradoras de la literatura psicoanalítica norteamericana, también surgen nuevas controversias que abren posibles áreas de estudio adicionales, tales como la neurobiología evolutiva y la dinámica del desarrollo, cuyos esfuerzos por el estudio de la unidad (dual) simbiótica y la diferenciación del yo del otro, que comienza en las primeras semanas de vida, son bidireccionales y no lineales. Otro campo polémico es el que rodea la puesta en práctica de los hallazgos evolutivos en torno a la díada bebé-cuidador en la situación clínica adulta. Este es un tema de discusión abierto, que requiere investigación adicional y pide cautela para no eludir las complejidades de las transformaciones del desarrollo posteriores y las adaptaciones a los acontecimientos de la vida. Para muchos autores norteamericanos, una verdadera teoría integradora del desarrollo psíquico exige adoptar nuevos modelos epistemológicos como, por ejemplo, los sistemas y la teoría de la complejidad, que establecen la existencia de fenómenos no lineales y emergentes. La dependencia radical de los demás por parte del sujeto, especialmente en la primera infancia, pero también, en parte, durante toda la vida, es un hecho innegable
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