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Brunet, junto con Green (2002), habla de fijaciones erógenas bajo el asalto de la destructividad, afectando negativamente las relaciones entre el yo y los objetos. En su libro, “Pulsión en la obra de Green”, Brunet ofrece una síntesis de sus dos trabajos previos. Llega a una perspectiva similar a la de Green en cuanto al valor del concepto de pulsión como matriz del sujeto. El objeto revela la pulsión, la cual se activa con la ausencia del objeto. VI. Gb. Marcela Fuentes Marcela Fuentes , en “Teoría de la pulsión de muerte en Klein” (2019), toma como punto de partida la afirmación de Money-Kyrle (1955), según la cual la “verdad última” del psicoanálisis es, probablemente, una complejidad infinita; solo se puede acercar a ella mediante una serie de aproximaciones. En este sentido, describe cómo Klein pensaba que tanto el amor como el odio – manifestaciones de los instintos de vida y muerte– serían innatos, adhiriéndose de inmediato al objeto mismo. Por lo tanto, ambas pulsiones encontrarían un objeto al cual ligarse inmediatamente después del nacimiento. Freud, en cambio, sostenía que, en relación con el objeto, el odio precede al amor, según su hipótesis del narcisismo primario. Fuentes también detecta complejidad y contradicciones dentro del pensamiento kleiniano y forja su propia ampliación tanto de Klein como de Freud. La teorización kleiniana mencionada anteriormente contradice otra afirmación, según la cual la lactancia se convierte en el paradigma de todo vínculo amoroso (Klein, 1963). Encontrar el objeto es, en realidad, un reencuentro. El componente oral de la pulsión encuentra satisfacción al vincularse con el deseo de ser alimentado, teniendo como objeto el pecho materno; solo más tarde este componente oral de la pulsión se desprende de ese deseo y encuentra el objeto en su propio cuerpo mediante el autoerotismo (Freud, 1922). A la idea freudiana de un impulso primario hacia la muerte, Fuentes añade que también habría un impulso primario a temer y evitar esa muerte. Según su lectura de Klein, la pulsión agresiva estaría constitucionalmente determinada; entonces, el Superyó primitivo y cruel sería la represalia del objeto parental internalizado frente a la agresión proveniente del bebé. El Yo depende de factores ambientales, en especial de la actitud de la madre hacia el bebé. La relación con el objeto bueno se encuentra en el centro del Yo, desde donde este se expande y desarrolla. Si esta construcción del Yo se consigue, será más probable que pueda contener la angustia y preservar la vida, al ligar pequeñas porciones de las relaciones objetales destructivas con los vínculos libidinales. Desde una perspectiva kleiniana ampliada , Fuentes teoriza que los sentimientos de amor y odio hacia el objeto o hacia uno mismo –derivado de las pulsiones de vida y muerte– habrían sufrido previamente una transformación, ya que estarían bajo el control del Yo. En este contexto ampliado, la teoría de Klein se presenta como bimodal: una teoría simultáneamente de las pulsiones y de las relaciones
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