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posterior ilusión de integridad y unidad de las cosas, ilusión que solo se fragmentaba gradualmente. Solo entonces la mente puede dar sus primeros pasos tentativos hacia enfrentar las exigencias de una realidad construida pari passu con un Yo hecho de muerte, de investimentos libidinales abandonados y perdidos. Durante el sueño, la esencia del deseo humano regresa a un estado inicial de no existencia, con el dilema de haber o no nacido. En este estado podría recuperarse un estado inicial impensable, en el cual la palabra todavía no ha separado al infante de la ilusión de unidad, de pertenecer al silencio de las estrellas, a la unión con el cuerpo ubicuo del Creador. Magdaleno señala que concebir la pulsión de muerte como corporal, en contraste con la pulsión de vida como esencialmente psíquica, conduce a un problema psicoanalítico complejo, ya que implicaría múltiples campos de desprendimientos y movimientos simultáneos en dirección a un campo único del deseo. No obstante, Magdaleno también ve que Lacan incurre en un problema propio, al posiblemente confundir el deseo con la muerte, cuando escribe que: “el deseo nace de la falta… es el deseo por nada nombrable” (Lacan 1991, p. 223). Dentro de este marco conceptual, Magdaleno sostiene que detrás de todo lo que el ser humano emprende, hay una falta indecible, el vacío, lo innombrable por excelencia: la muerte. El Padre primitivo, sujeto de actos y no de palabras, se convierte en una adquisición constitutiva del Ser que habla, en un determinante de una tendencia que Freud denominó pulsión de muerte. Esta existe como una experiencia sensible de pertenencia mutua entre el ser humano y el mundo. Existe como algo fundamentalmente perteneciente al lenguaje, marca de una fisura entre el ser humano y la naturaleza. VI. G. SERAPIO MARCANO: PENSAR LA PULSIÓN. MUTACIÓN – TRANSFORMACIÓN – EVOLUCIÓN Serapio Marcano , en “¿Instinto de muerte? ¿O muerte de la pulsión?” (1994), abre una reflexión teórica profunda en la intersección entre el psicoanálisis y la filosofía. En este discurso expone la complejidad implícita en los instintos de vida y de muerte –o las pulsiones–, considerados como los dos pilares fundamentales de la teoría psicoanalítica. Los múltiples vértices resultantes desde los cuales se pueden teorizar los fenómenos humanos tienen amplios alcances tanto para la teoría psicoanalítica como para el método y la práctica clínica. A juicio de Marcano, el concepto de las fuerzas pulsionales de muerte obliga a revisar el papel desempeñado por la agresividad en los vínculos humanos desde el inicio de la vida . La agresividad, como atributo universal e independiente de todas las pulsiones, puede, en determinado momento, autonomizarse y cobrar más fuerza dentro de una de las dos facciones en pugna por lograr su objetivo. Ese objetivo puede ser la represión o la desaparición de la pulsión sexual que busca expresarse en el inconsciente. Esta facción se enfrenta con otra, cuyo componente es filogenético y no es objeto de represión ni de representación. Cuando aparece el objeto y empieza a formarse el Yo, la agresividad, al servicio de las pulsiones yoicas, da muerte a las pulsiones sexuales .
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