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Freud, la transferencia se basa en pulsiones que buscan una descarga y en la reconstrucción del pasado; para Klein, la evolución de la transferencia es lo que se convierte en el centro de atención. “Estos cambios fundamentales se producen mediante el análisis consistente de la transferencia; están ligados con la profunda revisión de las primeras relaciones de objeto y se reflejan tanto en la vida corriente del paciente como en sus actitudes distorsionadas hacia el analista” (Klein, 1952, p.438). Klein no está a favor de las interpretaciones del “aquí y ahora” desconectadas del pasado del paciente, pero reconoce que la transferencia proyecta un mundo interior determinado por experiencias pasadas sobre el analista, el cual evoluciona a lo largo del proceso de revivificación transferencial. El descubrimiento de los mecanismos de escisión, en la década de los veinte, hizo posible que los psicoanalistas conceptualizaran la transferencia a partir de pacientes psicóticos: en los primeros años de la infancia predomina la escisión entre objetos buenos y malos, cosa que influye en la comprensión de la transferencia como una interconexión entre sentimientos positivos y negativos de amor y odio. La interacción entre los diferentes aspectos de los objetos hacia los que se dirigen esas emociones crea un círculo vicioso de agresión, ansiedad y culpa que debe trabajarse en la transferencia: “De hecho hay muy pocas personas en la vida del bebé, pero las siente como una multitud de objetos porque se le aparecen bajo aspectos diversos.” (Klein, 1952, p.46) Klein afirma que el análisis de la transferencia negativa es una condición para acceder a las regiones más profundas de la mente, aunque las transferencias positivas y negativas siempre se combinan. Klein también destaca la noción de fantasía inconsciente en el aquí y ahora de la sesión. Los eventos “reales” se deben tener en cuenta, según Klein, en su interacción con la fantasía inconsciente del paciente. La definición de fantasía inconsciente de Klein (y la de Susan Isaac) fue el tema principal de las discusiones de principios de los años cuarenta y, según Elizabeth Bott-Spillius y Ron Britton, el empleo de las mismas palabras para diferentes conceptos no ha hecho más que avivar la intensidad del debate. Según el enfoque kleiniano, la fantasía inconsciente incluye cualquier forma de pensamiento infantil, es la principal fuente de la mente inconsciente y el representante psíquico de las pulsiones, pero también incluye otras formas de pensamiento que emergen más adelante, durante el desarrollo de las fantasías originales. Entendida así, la transferencia constituye la experiencia inconsciente del aquí y ahora, pero trazada sobre los mecanismos infantiles que utilizó el paciente para gestionar sus conflictos en el pasado. La fantasía inconsciente, por tanto, influye y enriquece la experiencia de la realidad, y viceversa, la realidad influye y enriquece la fantasía inconsciente. Melanie Klein defiende la interpretación en términos de fantasía inconsciente, más que en términos de pulsiones versus defensas. Por ello, ella siempre interpreta desde dentro de la transferencia en lugar de interpretar la transferencia en sí misma. “Uno le puede mostrar al paciente cómo experimenta una relación que provoca ansiedad o culpa, y de qué forma la altera en la fantasía para evitar el dolor.” (Segal, 1979)
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