Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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hecho, la clase de transferencia más importante, la que se vive y trabaja por primera vez aquello que quedó escondido y mal representado.

VI. ENFOQUES Y AVANCES EN AMÉRICA DEL NORTE

La idea inicial de la “neurosis de transferencia” de Freud, su establecimiento y su cura a través del trabajo terapéutico, se convirtió en una de las principales ideas del psicoanálisis norteamericano del período posterior a la hegemonía del “psicoanálisis clásico” (un término que designa la psicología del Yo americano de las décadas de 1940, 1950 y 1960). Aunque esta idea haya perdido fuerza, durante la era “clásica” establecer y la resolver una neurosis de transferencia era prácticamente la definición del tratamiento psicoanalítico. De hecho, incluso se cuestionaba la “autenticidad” psicoanalítica de aquellos tratamientos que carecían de una clara neurosis de transferencia y de su “cura”. Por ese entonces, la teoría de Strachey todavía tenía muchos seguidores y los analistas norteamericanos (la Asociación Psicoanalítica Americana – “ApsaA”) del período “clásico” tuvieron que ceñir sus análisis a la interpretación de la transferencia o, de lo contrario, presentar argumentos de peso por no hacerlo. La técnica analítica basada en el principio de Strachey fue muy utilizada en la formación de estudiantes de varios institutos de la APsaA. No obstante, la aceptación de Stratchey no era universal y algunos siguieron trabajando desde la extra-transferencia, eso sí, de forma más silenciosa. Al describir la evolución del concepto de transferencia, es importante estudiar el desarrollo de su noción hermana: la contratransferencia. Ha sido aceptado (aunque hace poco se ha reabierto la discusión, ver Holmes, 2014) que, desde los primeros escritos y correspondencias de Freud sobre el tema y hasta los años cincuenta y sesenta, la contratransferencia fue entendida como una reacción mayormente inconsciente del analista, un fenómeno personal, incluso idiosincrático, que impedía que el analista pudiera evocar su capacidad contratransferencial ante un determinado paciente. En resumen, la contratransferencia era un problema para el analista de quien se esperaba un trabajo analítico (o al menos auto-analítico). A pesar de sus paralelismos con la transferencia, la contratransferencia fue entendida como algo discontinuo, que surgía en momentos o fases determinadas del análisis. Tampoco se consideró, como la transferencia, como un evento interpersonal que despertaba en la interacción entre dos individuos, sino más bien como la activación de un modelo o esquema preexistente del analista que respondía al analizando. El estudio sistemático de la contratransferencia como fenómeno y producto único de la díada en una situación analítica singular todavía tuvo que esperar unos años.

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