Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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a la adquisición progresiva de un sentido del sí-mismo integrado y una visión integrada de los otros significantes: dos de los componentes esenciales de la identidad del yo. Este segundo nivel de desarrollo coincide aproximadamente con la “posición depresiva” de Klein (sin su calendario truncado) y con el desarrollo edípico, según la formulación de Freud. Kernberg señala el logro de la constancia de objeto; es decir, el desarrollo de un nivel neurótico normal de la organización y la presencia de un mayor número de defensas centradas en la represión y sus mecanismos relacionados, además de un mayor nivel de proyección, negación, intelectualización y formación de reacciones. Este nivel más alto de organización de la personalidad también se refleja en la estructuralización interna: hay una discriminación más clara del inconsciente dinámico, reprimido, un “ello” constituido por relaciones diádicas internalizadas inaceptables que reflejan la agresión primitiva intolerable y aspectos de la sexualidad infantil. Este “yo” posee un concepto coherente e integrado del sí-mismo y la representación integrada de otros significativos, además de funciones sublimatorias reflejadas en la expresión adaptativa de las necesidades emocionales relacionadas con la sexualidad, la dependencia, la autonomía y la autoafirmación agresiva/asertiva. En el “superyó” se integran las relaciones objetales internalizadas, que abarcan las exigencias y prohibiciones éticas transmitidas en las primeras interacciones del bebé y con su entorno psicosocial, sobre todo en su interacción con los padres. Esta última estructura está constituida por capas de prohibiciones internalizadas y exigencias idealizadas, transformadas en una moral personal individualizada y abstracta (Kernberg, 2004, 2012). En este nivel organizativo de la personalidad los conflictos inconscientes son intersistémicos; oscilan entre los impulsos y las defensas, y abarcan las tres agencias: el ello, el yo y el superyó. Las estructuras intrapsíquicas presentadas por la teoría de las relaciones objetales constituyen un nivel intrapsíquico secundario de organización del organismo, basado en la neurobiología más primaria. Se especula que los mecanismos mentales primitivos de escisión y sus derivados se basan en desarrollos límbicos subcorticales de sistemas afectivos positivos y negativos (por separado), y que su integración depende de los niveles corticales de procesamiento de la experiencia emocional originalmente disociados (Roth, 2009). Los avances en los estudios del desarrollo neurobiológico sustentan los principios teóricos de la teoría psicoanalítica de las relaciones objetales y, al mismo tiempo, proporcionan una base neurobiológica para las teorías del desarrollo de la organización de la personalidad (Gemelli, 2008). El hecho de que, en los niveles límbicos inferiores, los afectos positivos y negativos estén estrictamente separados y solo puedan integrarse en la corteza prefrontal y preorbital y en la corteza del cíngulo anterior de la elaboración de la experiencia afectivo-cognitiva confirma los principios básicos de la teoría de las relaciones objetales. Desde el punto de vista clínico, el marco integrativo de las relaciones objetales psicoanalíticas del desarrollo aporta una comprensión más profunda de la etiología multifactorial de los trastornos severos de personalidad (límite), incluida la interacción recíproca de características neurobiológicas, traumas infantiles graves que afectan

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