Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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VII. Ac. R. Horacio Etchegoyen Siguiendo a Freud, Etchegoyen (2005) define la transferencia como algo opuesto a la experiencia. Los prototipos están formados por dos clases de impulsos: los conscientes, que facilitan que el Yo pueda entender las circunstancias del presente con patrones del pasado y desde el principio de realidad (experiencia), y los inconscientes, que, sometidos al principio del placer, confunden el presente por el pasado en busca de satisfacción o descarga (transferencia). Etchegoyen destaca el aspecto repetitivo de la transferencia conducida por las pulsiones de muerte y la resistencia a la transferencia movilizada por el principio del placer, por la libido. Con respecto a la contratransferencia, Etchegoyen recuerda que fue H. Racker, en Argentina, (y al mismo tiempo, P. Heimann, en Londres) quien llamó la atención sobre el papel de la contratransferencia como instrumento sensible del análisis. Etchegoyen sugiere que los sentimientos y las pulsiones contratransferenciales aparecen en el inconsciente del analista como resultado de la transferencia del paciente (p.297). El punto de partida es la transferencia del paciente, mientras que la contratransferencia es su contrapartida, y ambas se generan dentro de un encuadre. El encuadre funciona como una referencia contextual, creando una relación asimétrica, no convencional. “El analista podría responder a la transferencia del paciente en una forma absolutamente racional, manteniéndose siempre, por así decirlo, a nivel de la alianza de trabajo; pero los hechos clínicos prueban que el analista responde en principio con fenómenos irracionales en que se movilizan conflictos infantiles. En este sentido, se trata claramente de un fenómeno transferencial por parte del analista; pero este fenómeno, si hemos de preservar la situación analítica, tiene que ser una respuesta al paciente, si no tendríamos que decir que no estamos dentro del proceso analítico, sino reproduciendo lo que pasa en la vida corriente entre dos personas en conflicto” ( Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Revisado. Edición inglesa, 1999, pp. 268-269 [pp.245-246 de la edición española]). La transferencia es, al mismo tiempo, pasado y presente. El inconsciente es atemporal y la cura, afirma Etchegoyen, consiste en darle temporalidad. Por esta razón la memoria, la transferencia y la historia son inseparables. El analista debe asistir al paciente para que éste entreteje el pasado con el presente en su mente, dejando atrás los mecanismos de represión y escisión que intentan separarlos. Etchegoyen considera que conectar la transferencia con el pasado no es suficiente; por el contrario, la situación sólo puede solucionarse si reconocemos el hic et nunc de la transferencia, es decir, también debe tenerse en cuenta lo que está pasando en el presente. Con respecto a la interpretación de la contratransferencia, ésta debe hacerse de forma que no se convierta en un mero acto de “ponerse a la altura” del otro. Por tanto, para que la transferencia se convierta en un instrumento técnico, ésta debe mezclarse con la interpretación. De esta manera, el analista recupera la confianza en sus propias ideas.

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