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Para el analizando, el bastión es un refugio inconsciente de las fantasías omnipotentes. Además, no está dispuesto a rendirse porque ello significaría entrar en un estado de vulnerabilidad, impotencia y desesperanza. La ruptura del bastión comporta la redistribución de los aspectos de los participantes involucrados (el analista y el analizando): lo que llaman una des- simbiosis. La forma más extrema de esta simbiosis indica un estado de parasitismo (el analista se siente como si estuviera “habitado” por el analizando y su preocupación por él continua más allá de las sesiones) que podría acabar con una ruptura violenta de la situación analítica o, por el contrario, en la continuación del proceso siempre y cuando se le devuelvan las identificaciones proyectivas del paciente. Por esta razón, el proceso analítico parece estar constituido por la producción de resistencias y por los bastiones. La disolución de estos bastiones mediante la interpretación crea un insight y, a su vez, este insight abre las puertas a una visión de futuro marcada por la aparición de nuevos proyectos y sentimientos de esperanza. Estos autores también señalan que, en ocasiones, ciertos signos positivos presentados por el paciente esconden un no-proceso con el que se pretende “hacer feliz al analista”, por así decirlo, pero que en realidad está tratando de evitar peligros mayores. Estereotipar, por ejemplo, es un peligro intrínseco a todo tratamiento. Los Barangers incluyen la reacción terapéutica negativa, la resistencia incoercible y el impase a las resistencias que pueden llegar a presentar una dificultad para el analista, puesto que todo ello pone en riesgo el tratamiento. A diferencia de otras clases de resistencia, éstas son obstáculos que se caracterizan por su estabilidad y durabilidad. El analista se ha involucrado aún más en la terapia y no puede detenerlas. De hecho, estos obstáculos sólo pueden entenderse como un campo que subyace al bastión. La dinámica del proceso se cristaliza como resultado de las resistencias del analizando y del analista, por ello los Barangers sugieren que el bastión debe ser estudiado y analizado a fondo. Con respecto al impase, puede ponérsele fin; sin embargo, no ocurre lo mismo con la reacción terapéutica negativa que, en general, conduce a finales trágicos. El bastión suele reaparecer de una u otra forma y constituye la expresión de la compulsión de repetición (la pulsión de muerte). Los cambios en el discurso del paciente y en la dinámica de los afectos indican la existencia de un proceso analítico. Los Barangers consideran que el enfoque kleiniano con respecto a las distintas formas de ansiedad (ansiedad persecutoria, depresiva y confusional) pueden servir para evaluar la dirección que sigue el proceso. Por otra parte, los Baranger siguen oponiéndose a una definición de transferencia y contratransferencia centrada únicamente en lo que se está experimentando hic et nunc. Más bien toman en cuenta los matices de la transferencia y, por consiguiente, establecen una distinción entre las transferencias que no surgen del
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