Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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en el infinito; se experimenta como un espacio enorme, aterrador, sin pensamientos que puedan verse como líneas que formen un marco. Lo que queda para los psicóticos es, como expresa Pascal, “Ces espaces infinies, m’effrayent” [“Me aterra el silencio eterno de esos espacios infinitos”] (Blaise Pascal 1669, p. 73; en Bion 1965/1984, p. 171). El resultado es “una intolerancia y miedo a lo ‘desconocido’ y, por tanto, al inconsciente en el sentido de lo no descubierto o lo no desarrollado” (ibid.). En lugar de que los pensamientos creen un espacio contenedor tridimensional, en la psicosis hay una destrucción continua de pensamientos por parte del objeto obstructivo (lo opuesto a un objeto contenedor, a menudo en la forma de un superyó primitivo y destructivo), que Bion ve como una entidad codiciosa, destructiva y absorbente. II Fbd. Transformación del objeto psicoanalítico: la transformación en “O” frente a la transformación en “K” Bion compara las transformaciones del objeto psicoanalítico con el reflejo de un árbol en el agua. Si el objeto psicoanalítico incognoscible es un árbol, entonces en la transformación en moción rígida (las constantes conjunciones de elementos) hace posible reconocer el árbol por su reflejo en el agua; en la transformación proyectiva el agua es agitada por el viento y no se puede distinguir claramente; en la transformación en alucinosis (siguiendo la metáfora de Bion), se podría decir que el reflejo es similar al reflejo en un espejo roto en mil pedazos, por lo que es difícil percibir el árbol, sólo se puede hacer por intuición. Al tratar de alcanzar el objeto psicoanalítico original detrás de las representaciones o en la metáfora del árbol, más allá de los reflejos del árbol, Bion se da cuenta de que no puede ir más allá de los tres o cuatro niveles de transformación, por así decirlo, y que entonces nos quedamos en lo incognoscible, lo no representado. No puede llegar a conocerse el objeto original no representado (el árbol de la metáfora). Bion lo llama O, probablemente de Origen, el origen incognoscible donde comienzan las transformaciones. Esta O no representada no se puede ver, oler ni oír, puesto que se encuentra más allá del dominio de los sentidos. Es a-sensorial. Las conjunciones constantes a este nivel sólo pueden verse por intuición (como haría un Vidente). La definición que Bion da de O en la publicación posterior, “Atención e Interpretación”, es la siguiente: “Utilizaré el signo O para denotar lo que es realidad última, representada por términos tales como realidad última, verdad absoluta, la divinidad, el infinito, la cosa en sí. Salvo incidentalmente, O no cae dentro del dominio del conocimiento o del aprendizaje; es posible ‘devenir’ O, pero no ‘conocerlo’. Es oscuridad e informidad, pero entra dentro del dominio de K cuando ha evolucionado hasta un punto en el que puede ser conocido, mediante el conocimiento obtenido por vías de experiencia, y formulado en términos

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