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misión vertical o maternofilial (durante el embarazo, el parto o la lactancia) y a que el 95 % de las mujeres accedan a servicios integrados de prevención y tratamiento de la infección por el VIH, y de salud sexual y reproductiva. También llamó a disminuir a menos del 10 % el estigma y la discrimi- nación, que hasta ahora no han cambiado mucho, y la desigualdad y violencia de género. El test de detección del VIH es el primer escalón para llegar a los otros objetivos. Sin embargo, en muchos países de Latinoaméri- ca y del mundo, 3 o 4 de cada 10 personas reciben el diagnóstico de forma tardía, es decir, cuando el valor de CD4 es menor de 350 células/mm 3 . Esto trae aparejada más transmisión en la comunidad, más hospita- lizaciones y más personas afectadas y falleci- das. Ampliar las posibilidades de testeo con distintos métodos y estrategias puede contribuir a que el VIH se detecte de forma temprana. Es importante, entonces, eliminar las barreras para hacer el test, agilizar el diagnóstico y promover el autotest y otras estrategias para alcanzar a distintas pobla- ciones. Las más afectadas son las llamadas “poblaciones clave”: hombres que tienen sexo con hombres, trabajadoras sexuales, mujeres transgénero y personas que usan drogas intravenosas. Por lo tanto, desde ahora hasta 2025, será necesario lograr que más personas se hagan el test para detectar el VIH, ofrecer la profilaxis preexposición a un porcentaje mayor de quienes tienen alto riesgo de infectarse e innovar en la implementación del tratamiento y en tecnología. Para ello, ONUSIDA ha desarrollado modelos que predicen como llegaríamos a cumplir los objetivos hacia 2025 en el mundo, con dife- rencia entre los países: se van a requerir fondos y programas sustentables. El impacto de la COVID-19 Será, sin duda, relevante y necesario conocer las consecuencias de la pandemia COVID-19 sobre la causada por el VIH, aunque es probable que recién las veamos en meses o años. ONUSIDA, la Organización Mundial de la Salud y UNICEF establecieron modelos para predecir el impacto global sobre las
nuevas infecciones por el VIH y sobre la mortalidad entre 2019 y 2025 en tres diferentes escenarios: • Si la COVID-19 afecta los sistemas de salud durante tres meses, habrá 123.000 nuevas infecciones y 69.000 muertes relacionadas con el sida. • Si la atención de la salud se afecta o interrumpe por seis meses o dos años, estas cifras aumentarán en cada período. Para minimizar este impacto, es impres- cindible, por un lado, que más personas en el mundo reciban el esquema com- pleto de vacunación contra la COVID-19 y, por otro, que los sistemas de salud traten de v olver a vincular a las personas que viven con el VIH y que han dejado de buscar atención o cuyos controles periódicos y seguimiento se han perdi- do por el confinamiento, el distancia - miento social y la adaptación de los servicios de salud para enfrentar el SARS-CoV-2. ¿La interrupción de qué servicios tendrá mayores consecuencias? Primero, el testeo: nos hemos perdido la
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