Reflexiones | 34
El médico como maestro Comunica, comparte conocimiento, transmite experiencias y aprende mientras enseña.
Dr. Daniel Stamboulian Cristina Stamboulian (exmaestra de grado)
El médico y el maestro tienen muchas cosas en común. Los dos enseñan: como indica el término “doctor” (del latín docere , que significa ‘enseñar’), la relación entre médico y paciente se encuadra de forma natural en una situación de enseñanza-aprendizaje. Por eso, en cada consulta tratamos de comunicarnos con claridad y precisión para ayudar a resolver problemas. La misma actitud nos vincula con los alum- nos, residentes y colegas con quienes com- partimos nuestros conocimientos: transmiti- mos las experiencias y aprendemos mien- tras enseñamos. Uno aprecia al buen maes- tro cuando es capaz de estimular a su alumno para que “encienda sus motores”, piense y asuma un rol activo. De la misma manera, se valora al buen médico cuando es capaz de estimular a su paciente para que colabore con las indicaciones y el manejo de su enfermedad, y alcance así las máxi- mas posibilidades de superarla o de convi- vir con ella. El doctor W. Hurst, profesor de Medicina de la Universidad de Emory, en Atlanta (EE. UU.), nos decía: “Buenos médi- cos son los que les brindan tiempo e interés a los pacientes”. Lo mismo hacen los buenos maestros con sus alumnos. Hay un paralelismo entre médico y maestro que puede medirse por la similitud de sensaciones frente a su trabajo profesional. Nos decía Juan Schlatter, maestro: “Soy el más afortunado de todos los que trabajan. La sensación de felicidad y alegría que siento cuando colaboro para que mis alum- nos puedan usar sus talentos y desarrollarlos es única...”. Cuando, como médicos, pode- mos colaborar con un paciente y lograr que salga de una situación límite o se cure, la sensación de felicidad también es única. Y continuaban las reflexiones de Schlatter: “En el transcurso de un día se me ha pedido
Cuando, como médicos, podemos colaborar con un paciente y lograr que salga de una situación límite o se cure, la sensación de felicidad es única. ser amigo, actor, médico, buscador de afectos perdidos, chofer, psicólogo, padre sustituto y defensor de la fe. El mejor regalo que puedo recibir es el agradeci- miento y reconocimiento de mis alum- nos”. A nosotros, los médicos, nos pasa lo mismo. Cuando, además del conocimien- to, ponemos en juego calidez, sensibili- dad, comprensión e interés por nuestros pacientes, también en el transcurso de un día nos transformamos en amigos y pasamos a desempeñar varios roles, similares a los señalados por el docente. Y el mejor regalo que podemos recibir es asimismo que nuestros pacientes nos reconozcan y agradezcan. Cuando, además del conocimiento, ponemos en juego calidez, sensibi- lidad, comprensión e interés por nuestros pacientes, también en el transcurso de un día nos transfor- mamos en amigos y pasamos a desempeñar varios roles. “Doy gracias a Dios todos los días por ser maestro” es la conclusión de Schlatter. Es también la nuestra: “Damos gracias a Dios todos los días por tener el privilegio de ser médicos”.
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