Creer en un Dios que no puedes ver
Edición
Revisada,
derechos
de
autor
© septiembre 2012
Las fotos de la portada y del interior del folleto fueron tomadas por el autor.
“Las referencias de la escritura de la santa Biblia son tomadas de la Nueva Versión Internacional y de la Reina Valera. Derechos de autor © 1973, 1978, 1984-Sociedad Bíblica Internacional. Usado con la autorización de la Casa Editorial Zondervan. Todos l os derechos reservados”.
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DEDICADO A JUSTIN
Este folleto está dedicado a Justin, un joven ateo de 16 años, y uno de los pacientes en el hospital siquiátrico donde yo era capellán. Después de una reunión de grupo, Justin me dijo: “ Bart, ¿sabes qué es lo que no me gusta de tus grupos? ” Le contesté: “ No ”. Él me respondió: “ ¡No me gusta porque me haces pensar! ” Después de ser dado de alta del hospital, Justin tuvo una disputa con su padre, descendió al sótano de su casa y se ahorcó. Lloré profundamente. Este folleto está dedicado a todos los Justin de este mundo que están buscando una razón para vivir.
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“...la gran separación que existe... no es entre los que encuentran y los que no encuentran, sino entre los que buscan y los que no buscan.”
— Peter Kreeft
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INTRODUCCIÓN
Me gustaría invitarlo a un viaje que podría cambiar su vida. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cuál es nuestro destino? Hacia un encuentro con Dios. Sé que es todo un reto. Es probable que usted no crea en Dios; pero quiero decirle que eso no es un problema para emprender este viaje. También sé que tiene razones por las cuales piensa de esa forma, pero quiero asegurarle que prefiero realizar este viaje con un escéptico honesto y no con una persona creyente que no está dispuesta a considerar diferentes opciones o pensamientos. Antes de partir debo pedirle dos favores. El primero es que me dé el beneficio de la duda. Antes de ignorarme o de abandonar el viaje, ¿puedo por lo menos pedirle que lea lo que tengo que decir? De eso precisamente es de lo que se trata el tener una mentalidad dispuesta a considerar las diferentes opciones.
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Es esto mismo lo que me lleva a hacerle mi segunda petición: ¿Sería posible no emitir un juicio sobre este folleto hasta que lo termine de leer en su totalidad ? En otras palabras le estoy pidiendo que no emita un juicio sobre este viaje hasta que hayamos llegado a nuestro destino. Es muy probable que este viaje le parezca un profundo desafío emocional y mental, pero le garantizo que, al llegar al puerto, se dará cuenta que el esfuerzo valió la pena. Se cuenta la historia de un hombre llamado George, confinado a una institución para personas con problemas mentales, que aseguraba estar muerto. Nadie lograba convencerlo de que estaba vivo, sin importar lo que le dijeran o hicieran para persuadirlo. Un día a uno de los trabajadores sociales de la institución se le ocurrió una idea. Le dijo: “ George, cuéntame una cosa; ¿los muertos sangran? ”
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George lo pensó por un instante y luego respondió: “ No, los muertos no sangran ”.
Acto seguido, el trabajador social tomó una
aguja, le pinchó uno de los dedos a George y
se lo apretó hasta que apareció una pequeña
gota de sangre. George abrió los ojos al ver
brotar la sangre y exclamó con sorpresa:
“¡ Vea usted ! ¿quién hubiese pensado que los
muertos sí sangran? ”
Al igual que le sucedió a George, me es imposible convencerlo a usted de cualquier cosa en contra de su voluntad, sin importar cuánta evidencia pueda presentarle; de hecho, no trataré de convencerlo. Solamente quiero aclarar que si tiene el interés de llegar a descubrir la verdad, es fundamental que esté dispuesto a considerar todas las opciones; y ese tipo de mentalidad es precisamente la única cosa que yo no puedo otorgarle durante este viaje.
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Descubrir la verdad sobre Dios, cualquiera que ella sea, es en efecto algo que lo afectará a usted por toda la eternidad , y solo un necio ignoraría algo de tal magnitud. ¡La eternidad es un tiempo muy largo! Permítame empezar haciéndole una pregunta bastante directa: “ ¿Quiere usted realmente conocer la verdad sobre Dios? ” La pregunta no es tan absurda como podría parecer en primera instancia. Si usted se parece a la mayoría de las personas, al iniciar este viaje ya trae una carga emocional. Es probable que tenga profundas razones emocionales y/o intenciones ocultas por las cuales no quiere creer en Dios, como una mujer que dijo: “ Me rehúso a creer en un Dios que permitió que mi padre me violara cuando era niña ”. También le puede suceder algo semejante al hombre que dijo: “ No quiero creer en Dios porque eso interferiría con mi vida sexual ”. O quizá le suceda como las personas que dijeron: “ Si creo en Dios, me temo que eso limitará
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mi libertad personal ” o “ la idea de que exista un Dios me aterra ”. Aunque logro comprender a estas personas y mi corazón se conduele por algunas de ellas, es claro que no entienden bien las cosas. Sin querer sonar intransigente o cruel, si Dios existe, no tiene ninguna obligación de cumplir las expectativas de ellos ni las de ninguna otra persona, porque se trata de un asunto de existencia , no de preferencia . Se trata de descubrir la verdad y, por ende, debemos ajustar nuestras creencias a lo que es verdad, no a lo que nos gustaría que fuese verdad. ¿Existe realmente Dios? Ese es el asunto fundamental. Descubrir cómo es Dios es un tema que abordaremos más adelante. ¿Ha logrado identificar qué equipaje trae usted a este viaje? ¿Temor? ¿Ira? ¿Heridas? ¿Orgullo? ¿Prejuicios? ¿Desconfianza? ¿Crítica? ¿Egocentrismo? Realmente no importa qué equipaje traiga en la medida en la que reconozca que lo trae; de lo contrario
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ese tipo de equipajes se convierten en bombas de tiempo ocultas que tienen la capacidad de hundir su barco. ¡Es difícil cambiar o sanar lo que usted no está dispuesto a reconocer!
EMPIEZA EL VIAJE
La noción más asombrosa que jamás pueda hacer parte de la mente humana es el concepto de Dios y la posibilidad de que ese Ser supremo exista; por tanto, nuestro viaje empieza con una sencilla pregunta: “ ¿Existe Dios? ” Si usted cree en Dios esta parte del viaje debe ser relativamente fácil para usted. Si no cree que Dios existe, lo que estoy a punto de compartir probablemente le hará alejarse de su zona de comodidad, lo cual seguramente es bueno porque cuando nos alejamos de nuestra zona de comodidad es cuando experimentamos mayor crecimiento en nuestras vidas.
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Hay varias razones por las cuales pienso que usted debe solucionar el tema de la existencia de Dios, en caso de que aún no lo haya hecho. En primera instancia, es importante que lo haga por causa de la verdad. ¿No le parecería horroroso despertarse al otro lado de la eternidad, puesto que existe vida después de la muerte, simplemente para descubrir que todo el tiempo vivió una mentira y le dio la espalda a la verdad? En segunda instancia, se encuentra el asunto de la paz mental. Al definir de una vez por todas si Dios existe, puede finalmente encontrar paz mental. Si concluye que no hay Dios, puede deshacerse de toda precaución. En un sentido usted sale ganando, ya que puede convertirse entonces en el centro de su propio mundo; puede convertirse en su propio dios . En esencia va a tener la libertad de vivir la vida de la forma que le parezca, por lo menos hasta que muera.
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Por otro lado, si en su búsqueda de la verdad sobre la existencia de Dios, se encuentra con Él, entonces, en un sentido, también sale ganando, porque hallará así la fuente de la vida y al Creador de todos los deleites; al Creador de todo lo que existe. ¿Sabe cuál es la única forma en la que no podría ganar algo? Cuando tiene demasiado temor o es demasiado arrogante como para abordar el tema de la existencia de Dios. Creer en Dios no es un tema casual o sin importancia. De hecho, lo que usted piense sobre Dios afectará la forma cómo se ve a sí mismo, a otras personas y todos los demás aspectos de la vida. Su convicción sobre Dios afectará su realidad por toda la eternidad . Lo desafío, con todo amor, a resolver este asunto de una vez por todas. Si usted está acostumbrado a dedicarle tiempo, esfuerzo y recursos a obtener lo quiere en esta vida, la cual es solo una milésima de segundo comparada con la eternidad, ¿por qué no
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hacer un esfuerzo concienzudo y darle una mirada seria a algo que usted sabe que lo afectará, de una u otra forma, por toda la eternidad? Para ayudarlo a entender lo que está en juego, permítame sugerirle una ilustración. Imagine que hay dos personas llamadas Juan y María. Juan es ateo (alguien que cree que no hay Dios) y María, por su parte, está convencida de que Dios existe. Ahora le pregunto: “¿Es realmente importa nte saber quién tiene la razón?” “¿Vale la pena saber si Dios existe?” Démosle una mirada a la vida a través de los ojos de Juan y permita que eso le ayude a responder estos interrogantes. Empecemos con Juan y, por efectos del ejercicio en cuestión, asumamos por un momento que Juan tiene toda la razón y que, por ende, DIOS NO EXISTE. Con base en las creencias de Juan, ¿cómo puede explicar una persona el surgimiento de la vida? La
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respuesta es que todo el universo, incluyendo la vida, evolucionó de la nada . Juan se vería a sí mismo como el resultado de una serie de accidentes evolutivos que probablemente sucedieron durante miles de millones de años. ¿Acaso diría Juan que los seres humanos poseen un valor o una dignidad inherente a su condición de seres humanos? Si tan solo somos el cúmulo de ciertos componentes químicos que se unieron por accidente, ¿cómo es posible que los seres humanos tengamos un valor intrínseco? La respuesta obvia es que NO poseemos ningún valor inherente. Los animales, las plantas, las personas y todo lo que existe solamente son cosas. Los seres humanos simplemente somos un fenómeno accidental como resultado de una serie de eventos fortuitos o arbitrarios dirigidos por el azar y no por un diseño inteligente. ¿Posee algún propósito nuestra existencia? Si juan es un ateo verdadero, se vería obligado a responder que No . Si la vida en la
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tierra no es nada más que un accidente del universo, ¿cómo es posible hablar de un propósito superior para la vida? La vida para Juan sería simplemente una celebración de muy corta duración, en el mejor de los casos. Cuando la fiesta se acaba, absolutamente todo termina. Como dice en el juego Monopolio, “No pase por la siguiente casilla ni recaude 200 dólares” . ¿Podemos hablar de lo correcto o incorrecto moralmente desde la perspectiva de Juan? No . Según esa cosmovisión materialista y naturalista, si el ser humano es simplemente una forma avanzada de vida en el reino animal, muy probablemente Juan consideraría que las enseñanzas de una sociedad sobre lo correcto o incorrecto son algo sencillamente cultural o el resultado de algunos genes que procuran la preservación del individuo. En cualquiera de los casos, Juan probablemente consideraría que la verdad es algo relativo ; en otras palabras, no es algo concreto, sino algo
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que siempre está sujeto al cambio. Se podría describir diciendo que “ lo que es verdad para usted probablemente no es verdad para mí ”. La verdad absoluta no existiría ni tampoco se podría hablar de algo esencialmente bueno o malo. ¿Por qué debería un simple grupo de átomos reunidos por el azar preocuparse por la verdad? La única excepción sería cuando se habla de la ciencia. Las personas que piensan como Juan tienen la tendencia a ver la ciencia como algo sagrado, pero Juan debe tener cuidado al expresar su creencia de que no hay absolutos, porque al decir que “ no hay absolutos ”, ha hecho una aseveración absoluta . Si Juan dice que “ la verdad no existe ”, queda expuesto a la siguiente pregunta: “ Juan, ¿cómo sabes que lo que estás diciendo es verdad ?” En términos filosóficos, todo ese tipo de aseveraciones se contradicen a sí mismas, lo cual representa un verdadero problema para todos aquellos que se consideran pensadores racionales. ¿Cómo es posible que la capacidad
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de pensar de una forma racional haya surgido de una fuente irracional? Si la verdad no existe, ¿por qué deberíamos creer cualquiera de las cosas que las personas dicen? ¿Por qué considerar la ciencia como algo verdadero si la verdad no existe o si es solamente un producto de nuestra imaginación? En vista de que Juan no creería en verdades morales absolutas sobre el bien y el mal, lo correcto o lo incorrecto, lógicamente podría justificar cualquier cosa que le pareciera. Al fin y al cabo, si no hay Dios, entonces no habría leyes morales en el universo. ¿Cierto? Podría consumir drogas, acosar mujeres o cualquier cosa que quisiera hacer. Hablando en términos prácticos, las violaciones, el abuso sexual, el robo e incluso el asesinato no sería algo incorrecto si en realidad lo incorrecto no existe. Ese tipo de pensamiento nos causa repugnancia, pero simplemente es la cruda realidad a la cual nos lleva la posición de Juan cuando consideramos
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su conclusión lógica final. Juan podría decir: “Si a sus componentes químicos no les gusta lo que mis componentes químicos le hacen a los suyos, ¡usted tiene muy mala suerte!” Ese tipo de pensamiento es el que existe y existió detrás de los gobiernos comunistas y ateos. Ellos pensaban: “¿Qué hay de malo en matar personas si es por el bien del estado? Al fin y al cabo, solamente son cosas” . De formas sutiles y otras no tan sutiles, si Juan fuese plenamente consistente con sus creencias ateas, algo que muy pocos ateos suelen hacer, al pensar que las personas no son nada más que cosas , es lógico concluir que esas convicciones probablemente afectarían la forma cómo trata a otros y cómo se trata a sí mismo. Las últimas estadísticas demuestran que el 100 por ciento de las personas de todas las generaciones van a morir, incluso usted forma parte de esas estadísticas. Si Juan tiene toda la razón, y Dios no existe, ¿entonces qué sucede? En la lápida de su tumba escribirán:
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“¡Fin!” La vida de Juan se acabará con relación al tiempo y a la eternidad. Esa idea le puede parecer todo un desastre a Juan. Todos sus logros y aspiraciones se acaban cuando muere. No importará en absoluto el que haya sido el director ejecutivo de una multinacional o quien hacía la limpieza en esa empresa, un multimillonario o un mendigo en las calles de su ciudad. Los muertos están muertos y si Juan no posee un espíritu con una esencia divina ni existe Dios, entonces al mirar las cosas desde una perspectiva global, su vida no habrá significado absolutamente nada. “¡Lo lamento, Juan!” Ahora, veamos la vida a través de los ojos de María y asumamos, de nuevo por efectos del ejercicio que estamos haciendo, que DIOS SÍ EXISTE , ¿cómo respondería María las mismas preguntas? ¿Cómo diría ella que surgió la vida? La respuesta, según la cosmovisión de ella, es que Dios la creó no solo a ella sino a todo el universo; y lo hizo de una forma que
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va más allá de lo que ella puede comprender. Bien sea que el acto de creación haya tomado seis días (un acto instantáneo), o seis mil millones de años, el universo tendría señales de un diseño inteligente y creativo. El tiempo que se requirió para que la creación llegase a existir no es el asunto en cuestión. Cualquier persona que posea la capacidad de ver sabe de manera intuitiva que aunque a un artista, como Miguel Ángel, le tome días o años esculpir una obra de arte, su trabajo es una obra maestra, no el resultado de un accidente fortuito. ¿Consideraría María que las personas poseen un valor intrínseco verdadero? Sí . Desde su perspectiva, las personas fueron concebidas de una forma creativa en el corazón y en la mente de Dios. Puesto que Dios no crea basura, es obvio que poseemos un gran valor. Esa creencia tiene el potencial absoluto de incrementar su sentido de confianza y autoestima. Es muy probable que
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ella trate a las personas, tanto a las que ya nacieron como a las que aún no han nacido, con dignidad y valor porque en su sistema de creencias todas las personas, en alguna medida, portan la imagen y semejanza de Dios. ¿Es justo suponer que María creería que tiene una razón o un propósito especial para vivir? Sí; el propósito es conocer y amar a Dios, hacer su voluntad ayudando y sirviendo a los demás. La vida en la tierra, desde la perspectiva de ella, sería una preparación para la eternidad. Para ella, lo mejor aún está por venir. ¿Crees que el punto de vista de María la llevaría a creer que existen el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto? En efecto. Si hay un agente divino e inteligente detrás del universo, entonces las cosas que estén en sintonía con ese agente inteligente serían correctas y las cosas que violen esa inteligencia serían incorrectas. Ella diría: “ Lo
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bueno es bueno y lo malo es malo. Lo que hizo Hitler es malo. No se debe confundir el bien con el mal ”. Al igual que Juan, María va a morir en algún momento. Si ella estaba en lo correcto y Dios existe, ¿qué sucede entonces? En la lápida de su tumba escribirán: “¡Esto es tan solo el principio!” Al mirar las vidas de Juan y María, ¿logra usted apreciar la forma en la cual la cosmovisión de Juan puede conducirlo a tener sentimientos de desesperanza, futilidad y desespero? Aunque este tipo de diferencias no prueban ni refutan la existencia de Dios, si es claro que esas creencias, o la falta de ellas, tienen un impacto sobre la actitud con la cual usted y yo nos levantamos cada mañana y enfrentamos un nuevo día. Cada día que usted vive, está un día más cerca de la muerte y de la inexistencia eterna o, por el contrario, está un día más cerca a algún tipo de vida eterna.
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Imagínese un trozo de tiza del tamaño de un poste de teléfono (entre 15 y 18 metros de largo) y un tablero de cientos de kilómetros de ancho. Imagine que toma ese inmenso trozo de tiza y dibuja una delgada línea que continúa y continúa y continúa hasta que se acaba la tiza. Piense que es una línea de tiempo que representa la eternidad, aunque al hablar de eternidad es preciso aclarar que la línea de tiza nunca se acaba. Ahora dibuje un punto pequeño al inicio de la línea de tiza para representar toda su vida aquí en la tierra comparada con la eternidad. Permítame preguntarle, en primera instancia, si es importante saber si Dios existe y quién está en lo correcto, ¿Juan o María? La respuesta obvia es que sí. Si Dios no existe, usted puede borrar la línea, pues al morir se acaba todo para siempre; en cuyo caso, usted debería sacarle todo el provecho que pueda a este efímero lapso de tiempo y disfrutarlo al máximo, pues es el único beneficio que va a
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obtener. Por otro lado, si Dios es real, y hay vida después de la muerte, entonces no hay nada en la tierra que pudiese ser más importante. Literalmente usted se encuentra en la parte inicial de la eternidad , sea buena, mala o algo por el estilo. Cosas como la guerra, el terrorismo, el SIDA, el dinero, el matrimonio, el tener hijos, la seguridad de una nación, el obtener una educación e incluso el sexo no pueden si quiera compararse a nivel de importancia con aquello que lo afectará a usted por toda la eternidad. En 300 millones de años a partir de hoy, usted todavía estará en la parte inicial de la eternidad. Es algo que vale la pena pensar porque es cierto; en este mismo instante, mientras usted lee, se encuentra a tan solo un suspiro y un latido de distancia de la eternidad; y dependiendo de quién tenga la razón, Juan o María, usted se enfrentará a una inexistencia eterna o a algún tipo de vida que nunca se
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acaba. La mayoría de los seres humanos nos parecemos a una pequeña hormiga en la base del monte Everest. Es muy fácil que nos enfoquemos en nuestro pequeño hormiguero y perdamos de vista el panorama más grande, es decir el tema de Dios y la eternidad. En una ocasión dos hombres estaban hablando sobre Bill Gates, uno de los hombres más ricos del planeta. Uno le preguntó al otro: “¿Cuánto dinero crees que Bill Gates dejará cuando muera?” Su amigo pensó por un instante y luego respondió: “¡Absolutamente todo!” En un millón de años no importará si usted condujo un Mercedes Benz o un Chevrolet viejo con las latas corroídas; tampoco si vivió en una choza o en una mansión, si usted tuvo o no educación, si se casó o fue soltero, si fue rico o pobre. Lo que importará en un millón de años es si Dios existe y si hay vida después de la muerte. Su vida en la tierra es o bien todo lo que existe (el fin del camino) o la primera estación en un viaje que no termina jamás.
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Por favor escúcheme. Su opinión en este asunto no cuenta absolutamente para nada. Lo único que puede hacer es tratar de determinar cuál destino es verdadero y ajustar su vida en consecuencia. Dudo que pueda obtener verdadera paz mental a plenitud hasta que solucione el tema de la existencia de Dios, especialmente al acercarse al final de su vida. Como capellán de un hospital de cuidados paliativos (lugar en el que se encuentran pacientes con enfermedades terminales), puedo asegurarle que es más fácil vivir como ateo que morir en esa condición. Hablo con la experiencia de alguien que ha conocido a más de mil pacientes que han muerto y le aseguro que los pocos ateos que he conocido, no han muerto con tranquilidad. Para ellos no hay luz al final del túnel, solo la nada y la inexistencia.
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¿ATEISMO O AGNOSTISISMO?
Desde la aparición de la teoría de la evolución, muchas personas en nuestras sociedades, especialmente los adolescentes y los estudiantes y profesores universitarios, piensan que es políticamente correcto llamarse ateos o agnósticos. Estos dos términos hallan su raíz en la lengua griega, en la cual la letra “a” significa “no” y “theos” es el término que se utiliza para referirse a Dios. Por tanto, un “atheo” es una persona que dice que Dios no existe. Por su parte, el término agnóstico proviene de la palabra “gnosis” , de donde obtenemos el sustantivo conocimiento. Un agnóstico, por ende, es aquella persona que no sabe o no conoce si Dios existe. Entonces, ¿qué posición representa una mentalidad más abierta que considera las diferentes alternativas como el ateísmo o el agnosticismo? Evidentemente, el agnosticismo
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representa una mentalidad mucho más liberal. De hecho, es un poco arrogante que un ateo asevere que Dios no existe. Aseverar que no hay Dios en este basto universo, en esta dimensión o en cualquier otra dimensión de la realidad es, poco menos que presuntuoso. Una persona prácticamente tendría que ser Dios para poseer ese tipo de conocimiento. Aseverar que se tiene el conocimiento y la certeza de que no hay Dios es como si dos pulgas que viven en un perro en Kansas discutieran sobre la existencia de los canguros en Australia. Ellas, al igual que cualquier ser humano, no tienen la autoridad para aseverar con autoridad que Dios no existe. No es honesto a nivel intelectual decir que uno sabe lo que no se puede saber. Declarar que Dios no existe es una aseveración que no se puede comprobar; los agnósticos, por lo menos, reconocen sus limitaciones al declarar que tal vez podría existir un Dios más allá de lo que ellos conocen.
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Hay dos tipos de agnósticos; los que dicen: “No sé y no quiero saber” y los que dicen: “No sé, pero estoy abierto a la posibilidad de saber” . Peter Kreeft, un profesor de filosofía en Boston College dijo en una ocasión: “L a gran división no es entre las personas que encuentran la verdad y las que no, sino entre las que la buscan y las que no” . Estoy de acuerdo con esa aseveración. Permítame preguntarle, ¿es usted uno de aquellos que buscan la verdad? Si lo es y Dios existe, entonces creo que Dios es lo suficientemente grande como para revelarle la verdad y puesto que creo que Dios es personal, estoy convencido de que Dios anhela manifestársele. La verdad de la pregunta es si usted tiene una mentalidad dispuesta a permitir esa revelación. Si Dios no existe, no hay posibilidad de que el creer haga que empiece a existir y de igual forma si Dios sí existe, la duda, por persistente que sea, no lo puede destruir.
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Yo no quiero que usted crea en Dios para que eso lo haga sentirse bien, aunque es un efecto lógico, sino porque creer en Dios es un asunto de aceptar la verdad . No se trata de ser sincero o tener buenos sentimientos. Creer en Santa Claus puede hacer que una persona se sienta bien. Dicha persona puede incluso ser sincera en su creencia sobre Santa Claus, pero estaría sinceramente equivocada. En efecto es difícil creer verdaderamente algo en nuestros corazones, a menos que primero creamos que es cierto en nuestra cabeza. Es por eso que la duda suele preceder a la fe. No hay ningún problema si usted hace preguntas difíciles. De hecho, lo motivo a hacerlas. La búsqueda de Dios se puede comparar con un niño que fue a pescar por primera vez. Nunca antes había visto un pez verdadero y según su experiencia los peces solo existían en la imaginación. Su padre le enseñó cómo poner el señuelo en el anzuelo, lanzarlo al
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agua y luego esperar a que el corcho se mueva. Después de más o menos una hora de pesca, sin que un pez mordiera el anzuelo, el niño se estaba volviendo agnóstico con relación a los peces. Hasta que algo sucedió. El corcho se movió y se hundió en el agua, al tiempo que el sedal empezó a moverse y se sintió un jalón al final. De repente, el agnosticismo del niño sobre los peces se convirtió en temor. “¿Qué hay al final del sedal? ¿Será algo que me puede lastimar? ¡Quizás sea un tiburón!” La búsqueda de Dios es algo muy semejante. No le puedo prometer qué va a encontrar al final del sedal, pero respeto a todo aquel que tiene la valentía de lanzar su cordel al agua. Lo único que yo puedo hacer por usted es ayudarlo a poner el señuelo en el anzuelo. Las personas que empiezan a explorar el tema de la existencia de Dios y cuán complejo es nuestro universo muy probablemente descubrirán preguntas sin
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respuestas. Debo confesar que aunque creo en Dios, hay días en los que me siento totalmente abrumado por la complejidad del concepto de Dios. Mi mente no logra entender cuán asombroso y poderoso ha de ser Dios como para tener la capacidad de crear nuestro universo y las otras dimensiones de la realidad que los físicos modernos piensan que existen. Hay un corto circuito en mi cerebro cada vez que pienso en esas cosas. Por otro lado, los ateos que piensan de una forma crítica también deben tener días en los que dudan de su incredulidad y de sus especulaciones. No logro imaginar cómo es posible que una persona pueda observar nuestro universo con todas sus complejidades, su belleza y su aparente diseño y asevere que todo esto simplemente sucedió por el azar ; que la vida surgió de la materia inerte, que de esa misma materia sin la capacidad de pensar surgieron los pensamientos y los sentimientos, y que átomos ciegos
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colisionando uno contra otro pudiesen eventualmente producir un Einstein, un gatito, una rosa, una mariposa, un ojo o un arco iris. Aún más, ¿cómo es posible que todo lo que existe haya surgido de la nada absoluta? La evolución asume que bien sea la energía o la materia siempre han existido. En términos lógicos, eso merece ser cuestionado . Los evolucionistas asumen que una parte que no se ha comprobado de su argumento es verdad y luego construyen todo su escenario con base en algo que no se ha probado. ¿De dónde surgió la energía y/o la materia para que la evolución pudiese ocurrir? A mi entender, parece que es necesario que haya habido una Primera Causa, un Primer Agente no creado (Dios) para que todo el proceso pudiese ser iniciado. Si usted cree en la teoría del Big Bang, ¿quién generó la detonación? Vale la pena mencionar que, gracias al telescopio Hubble, hoy parece que nuestro universo no se está
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expandiendo a partir de un punto central como sería de esperarse si el Big Bang fuese cierto. Más bien, las galaxias en nuestro universo parecen moverse en todo tipo de distintas direcciones. Entiendo que es algo que perturba a muchos astrónomos y físicos alrededor del mundo. Reconozcamos desde ya que no hay respuestas sencillas . ¿Respuestas verdaderas? Probablemente sí. ¿Respuestas sencillas? No. Pasar del ateísmo a un agnosticismo honesto, en mi opinión, es el primer paso a estar dispuesto a considerar toda la verdad. A menos que usted sepa todas las cosas, descartar la posibilidad de que Dios exista no es ni una forma correcta de producir ciencia legítima ni mucho menos de producir buena filosofía.
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MEJORAR LA PERSPECTIVA
Hay tres libros que han transformado de forma dramática mi concepto del universo: The Cosmic Mind Boggling Book – El alucinante libro sobre el cosmos , escrito por Neil McAleer (publicado por Warner Books), Galaxies – Las galaxias , escrito por Timothy Ferris (publicado por la casa editorial Harrison), y Visions of the Universe – Imágenes del universo , escrito por el Dr. Raman Prinja (publicado por Barnes & Noble Books). ¿Es posible que un universo tan basto y complejo como el nuestro haya surgido simplemente por casualidad? Sea usted el juez. Para ayudar a poner las cosas en la perspectiva correcta, hagamos dos viajes; uno a lo ancho del universo, y el otro al interior del mundo de los átomos. Abróchense los cinturones y empecemos. En nuestra primera travesía, vamos a desplazarnos hasta el sol. Si hubiese una autopista de la tierra al cielo y viajásemos a
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90 kilómetros por hora, nos tomaría 193 años llegar allá. Ahora bien, puesto que nos estamos divirtiendo, digamos que decidimos conducir también hasta Alpha Centauri, un sistema de tres estrellas con dos astros mayores, Alpha y Beta Centauri, y un tercer astro más pequeño, Proxima Centauri, que orbita en torno a las otras dos. Proxima Centauri es la estrella más cercana a nuestro planeta, después del sol. Si conducimos a la misma velocidad de 90 kilómetros por hora, ¿cuánto cree usted que nos tomaría llegar allá? Para darle una idea, podríamos conducir por 50 mil años, 100 mil años, 500 mil años, 1 millón de años, 10 millones de años, 20 millones de años, ¡y ni siquiera habríamos llegado a la mitad del camino! Finalmente, 52 millones de años más tarde, conduciendo a 90 kilómetros por hora, llegaríamos a Proxima Centauri, la estrella más cercana a la tierra. La luz viaja a 300 mil kilómetros por segundo, lo cual equivale más o menos a 10
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mil millones de kilómetros por año. En el tiempo que le toma a usted decir “1001”, que es aproximadamente un segundo, la luz de la bombilla del cuarto en el que usted probablemente se encuentra leyendo este texto, habrá viajado casi siete veces y media alrededor de todo nuestro planeta, si viajase en círculos en lugar de hacerlo en una línea recta. Aun viajando a esa increíble velocidad, la luz necesita casi cuatro años y cuatro meses para llegar de Proxima Centauri a la tierra. Sabemos que hay sistemas solares ubicados a millones de años luz de nosotros. Si conduciendo a 90 kilómetros por hora, nos tomaría 52 millones de años llegar a un sitio que está ubicado a 4.4 años luz, imagínese cuánto nos tomaría llegar a los lugares que están ubicados a varios miles de millones de años luz. El sol y los otros ocho o nueve planetas (dependiendo si consideramos a Plutón un planeta o no) conforman nuestro
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sistema solar. Plutón queda tan lejos que si estuviésemos allá, nuestro sol parecería simplemente otra estrella en el universo. Nuestro sistema solar es parte de una inmensa galaxia, es decir un conglomerado de muchas estrellas, a la cual llamamos la Vía Láctea y el cual se estima posee entre 200 y 300 mil millones de estrellas. Nuestro sol es una de esas estrellas y, dicho sea de paso, una de las estrellas más pequeñas, una estrella amarilla enana. Para tener la perspectiva correcta de nuestro planeta con relación a la Vía Láctea, imagine dos centímetros cuadrados que tienen 200 puntos microscópicos al interior, los cuales representan 200 estrellas, una de las cuales es nuestro sol. Recuerde también que ya hemos establecido que nos tomaría 52 millones de años llegar de una estrella a la otra, o de un punto a otro en el caso de esta ilustración, si condujéramos a 90 kilómetros por hora.
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Con base en la información provista por el telescopio Hubble los científicos ahora estiman que hay cerca de 100 mil millones de galaxias, cada una de las cuales contiene entre 100 y 400 mil millones de estrellas. Recientemente algunos astrónomos dirigieron el telescopio Hubble a lo que parecía ser un punto negro en el espacio, de un tamaño semejante al de un grano de arena cuando se observa a un brazo de distancia. Apuntaron a ese sitio durante 12 días (lo que equivale a un millón de segundos) y tomaron fotos. Cuando agrandaron las fotos de ese lugar, ¿qué cree que vieron? Galaxias, galaxias y más galaxias. En resumidas cuentas, ¿cuál es el mensaje de todos estos números? Pues sencillamente que no tenemos la menor idea de dónde termina nuestro universo y que los astrónomos que hablan de que casi pueden ver el final del universo simplemente están lanzando hipótesis basadas en las presuposiciones que tienen. ¿Qué sucede si la distancia que los
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astrónomos han observado hasta ahora es tan solo una trillonésima de la dimensión real del universo? ¿Y qué si el Big Bang nunca ocurrió? Sencillamente no poseemos las respuestas y hablar como si las tuviésemos es un acto de arrogancia suprema. En el mejor de los casos tan solo estamos en la capacidad de hacer ciertas conjeturas o hipótesis. Nada más. Una de las estrellas más grandes que podemos observar sin la ayuda de un telescopio es una estrella ubicada en la región sur de la bóveda celeste en la constelación de Orión. El nombre de esa estrella es Betelgeuse y se pronuncia /betelyus/. Es la estrella roja ubicada en el costado superior izquierdo justo encima del cinturón de Orión conformado por tres estrellas. Betelgeuse es aproximadamente 160 millones de veces más grande que nuestro sol, con un diámetro de cerca de 400 mil millones de kilómetros. Si nuestro planeta fuera del tamaño de una pelota de golf, en comparación, nuestro sol
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sería de 4.5 metros de alto. Betelgeuse sería una bola de 3.2 kilómetros de alto. Si hubiera un túnel que atravesara esa estrella por el centro, y estuviésemos conduciendo a 90 kilómetros por hora, nos tomaría cerca de 1600 años tan sólo para atravesar ese túnel. Recuerde que solamente nos tomaría 193 años para conducir de la tierra a nuestro sol. Si Betelgeuse estuviese ubicada donde está nuestro sol, las órbitas de Mercurio, Venus, la Tierra, Marte y Júpiter estarían todas al interior de esa estrella. ¡Hay algo incluso más sorprendente! Los astrónomos descubrieron recientemente una estrella a la cual denominaron VY Canis Majoris , la cual hace que Betelgeuse sea una estrella enana. Usted puede leer más al respecto en Google.com. Medite en la siguiente información tomada
de National Geographic respecto al tamaño del
universo conocido y publicada en mayo de
1974 (página 592). “ Imagine que el grosor de
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esta página representa la distancia de la tierra al sol
[145 millones de kilómetros o cerca de ocho minutos
luz]. En ese caso, la distancia a la estrella más
cercana [4.4 años luz] equivale a una resma de
papel de 21 metros de alto; y el diámetro de nuestra
galaxia [100 mil años luz] equivale a una resma de
papel de 500 kilómetros de alto, en tanto que el
límite del universo conocido solo aparece cuando la
pila de papel alcanza los 50 mil millones de alto, una
tercera parte de la distancia al sol” . Si tomamos la
misma pila de papel y en lugar de
amontonarla hacia arriba, la extendemos
sobre la superficie de la tierra, le daría la
vuelta a nuestro planeta cerca de 1240 veces.
Así como es imposible sondear la enorme inmensidad del universo, también es imposible comprender los átomos, las piezas básicas del universo físico. El científico y matemático francés Pascal aseveró que los
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seres humanos nos encontramos ubicado en medio de los objetos más grandes y los más pequeños que podamos imaginar. Estoy de acuerdo con él. ¿Qué tan pequeños son los átomos? No importa si usted ha tomado clases de química o no, lo invito a reflexionar al respecto y a que hagamos un viaje al mundo de estas partículas. Los átomos son las estructuras autónomas más pequeñas del universo. Su cuerpo, al igual que el mundo y cualquier objeto físico, está compuesto por átomos. Algunos son livianos, como el Helio, y otros son pesados, como el hierro. Cada átomo posee un centro, llamado el núcleo. Girando alrededor del núcleo millones de veces por segundo se encuentran unas partículas increíblemente diminutas llamadas electrones. Cuanto más grande sea el átomo, mayor será el número de electrones que posee. Se solía pensar que los electrones giraban en órbita alrededor del núcleo en círculos perfectos, pero los
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científicos creen ahora que los electrones vuelan en todo tipo de direcciones tal como sucede con un enjambre de abejas que vuela alrededor de un panal. Entonces, ¿qué tan pequeños son los átomos? Para darle una idea, le pido que observe el punto al final de esta oración. Se podrían poner cerca de 230 millones de virus VIH, el virus que ocasiona el SIDA, en ese punto; y cada uno de esos 230 millones de diminutos virus puestos en ese punto estaría conformados por millones de átomos. Leí que el organismo unicelular más sencillo que existe y que puede reproducirse posee aproximadamente el mismo número de átomos que el número de letras del alfabeto contenidas en 100 millones de páginas de la enciclopedia británica. Tome unos cuantos segundos para observar la porción más pequeña de piel que pueda ver en su mano. Lo que acaba de observar probablemente posee decenas de miles de
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células. Los científicos calculan que una persona promedio posee cerca de 50 a 100 billones de células en su cuerpo, dependiendo del tamaño de la persona. Para darle una idea de cuán grande es un billón, piense en lo siguiente. Si amontonara varios fajos de billetes de 100 dólares todos muy bien comprimidos, un millón de dólares correspondería a una pila de más de un metro de alto. Mil millones de dólares serían cerca de un kilómetro de alto y un billón de dólares correspondería a una pila de más de mil kilómetros de alto. Por tanto, 100 billones corresponderían a más de 100 mil kilómetros de altura. Al interior de cada una de las células de nuestro cuerpo se encuentra el ADN, que es el mapa genético del cuerpo, semejante a los planos que utiliza un arquitecto para realizar una construcción. El ADN determina todas nuestras características físicas, el color de nuestros ojos, el tamaño de nuestra nariz,
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etc. El ADN del cuerpo se asemeja a un código escrito, algo semejante a las letras que componen este folleto que usted está leyendo. Nuestros cuerpos leen el ADN el cual tiene las letras en el orden exacto. Es algo parecido a una biblioteca que contiene información inteligente, no un conglomerado de letras en desorden. La pregunta que debemos responder es: ¿Quién escribió esa biblioteca del ADN? Algo que es igual de sorprendente es que cada una de las células de su cuerpo contiene el mapa de la totalidad de su cuerpo. Eso significa que si se usa la tecnología indicada, los científicos podrían tomar el ADN de cualquier célula de su cuerpo y crear (clonar) a otro individuo que sería exactamente igual a usted; es decir, un segundo usted. Piense en eso y descubrirá que es algo aterrador, ¿cierto?... Cada una de las células de su cuerpo contiene en su interior 20 compartimentos diferentes, como si fueran
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cuartos. El ADN se encuentra ubicado en uno de esos cuartos microscópicos y está conformado por más de tres mil millones de códigos genéticos, cada uno de los cuales es una porción de información; a su vez, cada uno de esos códigos contiene cuatro pequeñas moléculas de seis átomos cada una. Si tomásemos el ADN de solo una de las células de su cuerpo y lo extendiéramos sobre una superficie, observaríamos una tira de más de tres metros de largo. Con la ayuda de un científico amigo, el Dr. Mike Búrguer, calculamos que si tomáramos las tiras de tres metros de ADN y las multiplicáramos por los 50 billones de células que se estima hay en un cuerpo de tamaño promedio, obtendríamos una tira de ADN continua de alrededor de 160 mil millones de metros de largo por persona. Para poner las cosas en la perspectiva correcta, recordemos que nuestro planeta se encuentra a tan solo 150 millones de kilómetros de distancia del sol. Pensemos
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ahora en el caso de Plutón y supongamos que forma parte del sistema solar. Dicho planeta está aproximadamente a 6 mil millones de kilómetros de distancia del sol. Si utilizamos ese número, 6 mil millones de kilómetros, como el radio de una circunferencia, entonces la circunferencia de nuestro sistema solar sería de aproximadamente 37 mil millones de kilómetros. ¡Eso significa que la tira completa y continua de la combinación de todo el ADN de su cuerpo sería lo suficientemente larga como para darle la vuelta a todo nuestro sistema solar (al sol y a los planetas, incluyendo a Plutón), casi cuatro veces! Por favor haga un alto y simplemente medite en eso por un instante. Piense en cuán absolutamente complejo es usted. Es algo totalmente asombroso elevado a la N potencia. Haga las matemáticas. Hay por lo menos 72 mil millones de átomos en cada una de las células de su cuerpo, hablando solamente del
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ADN, lo cual ni siquiera incluye los miles de millones más de átomos presentes en los otros 19 compartimentos que conforman la célula y tampoco incluye las muchas partículas subatómicas que componen cada uno de los átomos, tales como los electrones, los protones, los neutrones, etc. En tan solo una de las células de su cuerpo el número de átomos de su cuerpo supera ampliamente al número de personas que han vivido sobre la faz del planeta tierra. Multiplique los cientos de miles de millones de átomos de cada una de las células de su cuerpo por los 50 trillones (o más) de células que conforman su cuerpo, y empezará a entender, por lo menos en una pequeña proporción, cuán complejo es usted como ser humano. Lo que es aún más sorprendente es que estos miles de millones multiplicados por otros miles de millones de átomos que hay en los 50 o 100 trillones de células en su cuerpo funcionan todos juntos en casi perfecta armonía. ¿Cuál es la
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probabilidad de que todo esto sea resultado de la casualidad? En la edición de diciembre del 2009 de la revista Discovery apareció un artículo fascinante sobre la “ Velocidad del pensamiento ”. El escritor habla sobre la forma que nuestros cerebros están conectados a través de un increíble laberinto de neuritas , sendas sobre las cuales viajan las señales en nuestros cerebros. Si estiráramos de un extremo al otro todas las neuritas que hay en un cerebro, alcanzarían a ir de la tierra a la luna. Eso significa que hay más de 400 mil kilómetros de neuritas en cada uno de nuestros cerebros que sirven para conectar cada una de las células cerebrales. (¡A mí me han dicho que me faltan varios metros de conexiones cerebrales!) En el mismo artículo el autor menciona la forma en que cada uno de los impulsos nerviosos que llegan a nuestro cerebro tiene que viajar a diferentes niveles de velocidad de forma que todos puedan
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llegar a las diferentes partes del cerebro exactamente al mismo momento. Por ejemplo, en el caso de nuestros ojos, cuando la retina envía las señales de la visión al cerebro, esas señales enviadas desde la parte externa del ojo tienen que viajar una mayor distancia que las que están cerca del centro del ojo en donde se haya ubicado el nervio óptico. Por tanto, las señales que están en un lugar más lejano del nervio óptico tienen que viajar más rápido que las que están más cerca del nervio óptico, de forma que todas lleguen al cerebro exactamente en el momento indicado. Si alguna vez usted ha tenido la oportunidad de ver imágenes borrosas en la pantalla de un antiguo televisor cuando trataba de recibir dos grupos de imágenes al mismo tiempo, entonces tendrá una clara idea de cómo funcionarían nuestros cerebros si las señales del ojo no llegaran todas al destino correcto exactamente en el momento
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indicado. Nuestros pensamientos funcionan bajo el mismo principio. Las señales que recorren nuestros cerebros, en los más de 360 mil kilómetros de vías para las neuritas, deben llegar todas justo en el momento correcto, para que sean interpretadas de la manera apropiada. Algunas señales tienen que viajar más rápido que otras porque tienen que recorrer un destino más largo antes de llegar a su destino final. ¿No le parece sorprendente? El simple hecho de que podamos hablar, pensar, oír, interpretar ondas de sonido, ver y procesar pensamientos en milésimas de segundos (aunque debo reconocer que a mí me toma un poco más de tiempo) a fin de entender las cosas es, en esencia, algo absolutamente maravilloso. El que usted pueda entender este artículo, o cualquier otro, es un milagro, al considerar todos los billones de procesos y funciones neuronales que tienen que ocurrir de manera
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simultánea, y a diferentes velocidades, para que usted pueda ejercer la tarea de leer. Pensemos ahora en el milagro de nuestros cuerpos. Si consideramos todos los vasos sanguíneos, las arterias, los vasos capilares, etc., que existen en tan solo una persona de tamaño promedio, y los conectamos en una línea, observaríamos que esa línea se extiende de un extremo al otro por aproximadamente 96 mil kilómetros, una distancia que representa casi dos veces y medio la circunferencia de la tierra. Ahora que usted sabe cuáles son algunas de las complejidades del universo, y también cuán complejos son nuestros cuerpos, incluyendo la célula (que no es nada sencilla), ¿cuál es la probabilidad de que todo esto haya ocurrido simplemente por el azar? Permítame ser muy puntual respecto al objetivo que tengo. Los ateos evolucionistas utilizan el concepto de la probabilidad y el azar para construir sus argumentos en pro de la
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