Creer en un Dios que no puedes ver

camión cargado de trigo y llevarlo al

ascensor para depositar allí la carga durante

la cosecha de trigo. En la cima de una

montaña había una intersección peligrosa

rodeada por un seto de árboles que

dificultaban la visibilidad y con una señal de

PARE al final. Cada vez que me detenía y

trataba de reiniciar la marcha, el embrague

molestaba y el viejo camión se agitaba con

violencia. Por tanto, un día decidí hacer algo

tonto. Pensé que no existía ninguna

probabilidad de estrellarme con otro vehículo

y por ende pisé el acelerador al máximo para

no detenerme en la intersección. Fue como si

Dios o un ángel hubiesen estirado la mano y

apagado el vehículo. El camión no se había

detenido repentinamente nunca antes.

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