Creer en un Dios que no puedes ver

Cuando el motor se apagó, un inmenso

camión de dos toneladas cargado con trigo

pasó velozmente frente a mí a casi 100

kilómetros por hora en el camino que se

cruzaba con el mío. Si mi motor no se

hubiese apagado, me hubiese estrellado de

manera fatal en esa intersección. Luego, el

mismo día, cerca de tres kilómetros más

adelante, con el corazón aún latiendo a toda

velocidad, casi al llegar a la cima de otra

colina, oí una voz que no era la mía decir

claramente: “ Hazte a un lado ”. Me sentí

sorprendido, pero la voz fue inconfundible y

no fue solamente un pensamiento en mi

cabeza. Oí decir en voz audible: “ ¡Hazte a un

lado! ” Al hacerlo, un ve hículo que venía en la

dirección opuesta pasó raudo en medio del

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