camino desde el otro lado de la colina. Si yo
no me hubiese hecho a un lado, con toda
seguridad me habría estrellado. Dos veces
en menos de cinco minutos, Dios o un ángel
me guardaron la vida.
Dos años más tarde, en mi primer año de universidad, mi compañero de cuarto, que también era cristiano, me desafió a hacer una lista de oración por personas o asuntos que puntuales y a orar por eso diariamente. Decidí intentarlo pare ver qué sucedería. Tomé una libreta y escribí los nombres de cerca de 50 personas y cosas; y empecé a orar fielmente por todo día tras día. Luego de un par de meses de estar orando, empecé a cuestionar si ese ejercicio realmente estaba funcionando. Por esos días, en una reunión de oración en el campus con otros estudiantes, una joven comentó que había comenzado a realizar un
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