Creer en un Dios que no puedes ver

acaba. La mayoría de los seres humanos nos parecemos a una pequeña hormiga en la base del monte Everest. Es muy fácil que nos enfoquemos en nuestro pequeño hormiguero y perdamos de vista el panorama más grande, es decir el tema de Dios y la eternidad. En una ocasión dos hombres estaban hablando sobre Bill Gates, uno de los hombres más ricos del planeta. Uno le preguntó al otro: “¿Cuánto dinero crees que Bill Gates dejará cuando muera?” Su amigo pensó por un instante y luego respondió: “¡Absolutamente todo!” En un millón de años no importará si usted condujo un Mercedes Benz o un Chevrolet viejo con las latas corroídas; tampoco si vivió en una choza o en una mansión, si usted tuvo o no educación, si se casó o fue soltero, si fue rico o pobre. Lo que importará en un millón de años es si Dios existe y si hay vida después de la muerte. Su vida en la tierra es o bien todo lo que existe (el fin del camino) o la primera estación en un viaje que no termina jamás.

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