Creer en un Dios que no puedes ver

agua y luego esperar a que el corcho se mueva. Después de más o menos una hora de pesca, sin que un pez mordiera el anzuelo, el niño se estaba volviendo agnóstico con relación a los peces. Hasta que algo sucedió. El corcho se movió y se hundió en el agua, al tiempo que el sedal empezó a moverse y se sintió un jalón al final. De repente, el agnosticismo del niño sobre los peces se convirtió en temor. “¿Qué hay al final del sedal? ¿Será algo que me puede lastimar? ¡Quizás sea un tiburón!” La búsqueda de Dios es algo muy semejante. No le puedo prometer qué va a encontrar al final del sedal, pero respeto a todo aquel que tiene la valentía de lanzar su cordel al agua. Lo único que yo puedo hacer por usted es ayudarlo a poner el señuelo en el anzuelo. Las personas que empiezan a explorar el tema de la existencia de Dios y cuán complejo es nuestro universo muy probablemente descubrirán preguntas sin

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