Si todos los misterios del universo nos fueren explicados, las explicaciones para nosotros tendrían tanto sentido como lo tendría la astrofísica para un bebé. Si los computadores pudieran en efecto pensar, no tendrían que entender al hombre para poder creer en él. Lo mismo sucede con nosotros y con Dios. El hecho de que existimos debería ser suficiente razón para creer. No tenemos que entender algo para poder creerlo y disfrutarlo (por ejemplo, la electricidad, la gravedad, Dios, etc.) Aún más, si no podemos entender el cosmos, desde el diminuto átomo hasta el universo conocido que es de por lo menos 14 a 16 mil millones de años luz de profundidad, ¿qué nos haría pensar que podríamos alguna vez entender al Dios que creó ese universo? Creer en lo infinito y pensar en preguntas que no tienen respuestas tales como: “ ¿Dónde termina el universo? ” o “ ¿Qué hay más allá de
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