MAPA DEL TALENTO EN ESPAÑA 2020
4.1. Talento y nivel de desarrollo
La relación entre los indicadores de talento y la renta per cápita —indicador habitual de desarrollo— aparece en el gráfico 4.1. El panel a ofrece la correlación entre ambas variables en términos de su posición en el ranking. La mayoría de CC. AA. se alinean en torno a la diagonal, lo que indica que su ordenación en renta y en talento son idénticas o muy parecidas. Los casos más llamativos de discrepancia en la ordenación son Asturias que es sexta en talento y undécima en renta, e Illes Balears que aparece situada la sexta en renta y la duodécima en talento. La primera aparece mejor ubicada de lo que de su renta per cápita cabría esperar y la segunda ocupa una posición seis puestos por detrás de lo que le correspondería por su nivel de renta. Los resultados del mismo ejercicio, pero utilizan el índice INSEAD, aparece en el panel b del mismo gráfico. Al comparar ambos se puede apreciar una correlación ligeramente más fuerte en el indicador Cotec-Ivie al aproximarse la mayoría de las comunidades a la diagonal que representa la ordenación idéntica en renta y talento. Por ejemplo, el País Vasco ocupa la segunda posición en el ranking en términos de renta per cápita, la tercera de acuerdo con el índice Cotec-Ivie, y
la cuarta según INSEAD. Cataluña ocupa la cuarta posición tanto en talento como en renta per cápita según Cotec-Ivie, mientras que su posicionamiento en talento de acuerdo con INSEAD es más favorable. En ambos gráficos se observa una correlación positiva entre niveles de renta y de talento por comunidades que admite dos interpretaciones causales en direcciones opuestas— y no contradictorias. Por una parte, se puede argumentar que los mayores niveles de renta permiten a las comunidades crecer en talento y por otra, que la mayor capacidad de atraer, retener y utilizar talento tiene como consecuencia acceder a mayores niveles de renta. Muy probablemente sean ciertas las dos interpretaciones anteriores, de modo que podría producirse un círculo virtuoso en el que el talento fomentara el crecimiento de la renta y de la productividad y que este, a su vez, condujera a una mayor inversión en los componentes incluidos en el índice Cotec-Ivie y que retroalimentara el proceso permitiendo un crecimiento continuado basado en la inversión sostenible en I+D, TIC, educación, innovación organizativa y en el resto de variables incluidas en la composición de los seis pilares del talento.
Igualmente podríamos encontrarnos frente a un círculo vicioso en el que una comunidad autónoma no encontrara suficientes recursos de partida para atraer talento que se incorporara a su crecimiento. Considerando el papel del capital humano como principal fuente del desarrollo económico del siglo XXI, la comunidad autónoma atrapada en una situación desfavorable de partida no podría abandonar su retraso relativo inicial, y sufriría una fuga de talento hacia las regiones o países capaces de atraer los mejores recursos, personas y empresas a su territorio, en el que gozan de ventajas comparativas. Un tema que queda pendiente analizar es la contribución del talento a la convergencia de la productividad interregional. A medida que se disponga de una serie temporal suficientemente extensa de datos autonómicos se podrán contrastar hipótesis sobre la dirección de la causalidad entre la inversión en talento y la renta per cápita, así como sobre si la atracción de talento contribuye, o no, a la convergencia entre las diferentes comunidades.
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