Entendiendo Génesis Capítulo Dos LECCIÓN DOS: El Diseño de la Humanidad en la Creación de Dios
León y leona. Carnero y oveja. Compañía. MacArthur señala: "Adán no nombró a ningún animal como él mismo. Sabía que estaba solo en su especie". Dios deja que Adán sienta ese vacío—no para castigarlo, sino para prepararlo para el regalo de estar juntos. Entonces viene la palabra ezer —ayudante. Pero no de la manera en que a menudo pensamos. La Escritura usa ezer para describir a Dios mismo en el Salmo 46: "Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio..." Heitzig nos recuerda: "Ayudante no significa asistente—significa fuerza". Eva no era un clon o una subordinada—era un complemento. Un reflejo del diseño relacional de Dios. Pregunta 4: ¿Qué dice la declaración de Dios de que la soledad "no es buena" acerca de tu necesidad de otros? ¿Se ha convertido la independencia en aislamiento?
duerma suavemente—no por cansancio, sino para asombro. Del costado de Adán, forma a la mujer. No de la cabeza para dominar, no de los pies para estar debajo—sino de la costilla, cerca del corazón, bajo el brazo. Igual. Protegida. Amada. Las palabras eternas de Matthew Henry aún resuenan: "La mujer no fue hecha de la cabeza del hombre para gobernar sobre él, ni de sus pies para ser pisoteada por él, sino de su costado para ser igual, bajo su brazo para ser protegida, y cerca de su corazón para ser amada". No es solo poético—es profético. Una imagen de asociación, no de poder. Cuando Adán despierta y ve a Eva, su respuesta no es análisis—es asombro. "Hueso de mis huesos, carne de mi carne". Es la primera canción de amor de la Biblia. Sin actuación, sin pretensión—solo puro reconocimiento. El juego de palabras hebreo— ish e isha —habla de unidad a través de la distinción. Dos seres diferentes, reflejando una imagen divina más plenamente juntos que separados. El pastor Paul LeBoutillier llama a esto el nacimiento de la complementariedad:
Percepciones y Puntos de Reflexión
LA CREACIÓN DE LA MUJER Y EL FUNDAMENTO DEL MATRIMONIO (GÉNESIS 2:21–25)
Ahora llegamos a una de las escenas más tiernas de la Escritura. Dios hace que Adán
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