Entendiendo Génesis Capítulo Tres LECCIÓN TRES: Del Edén al Exilio: Cuando la Gracia Encontró la Caída
LA CAÍDA Y EL NACIMIENTO DE LA VERGÜENZA (GÉNESIS 3:7– 10) En el momento en que el fruto tocó sus labios, todo cambió. “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos.” Antes de esto, la desnudez era inocencia—una imagen de perfecta transparencia y confianza. Ahora, la desnudez se ha convertido en vulnerabilidad, exposición, culpa. Lo que antes era puro se volvió insoportable. Cosieron hojas de higuera, formando el primer intento humano de cubrir el pecado mediante el esfuerzo propio. John MacArthur llama a estas hojas de higuera el nacimiento de la religión—el intento inútil de cubrir la culpa con logros humanos. Paul LeBoutillier añade que este es el origen de la “vida del yo,” la postura interior, defensiva y controladora que ha atormentado a los seres humanos desde entonces. Vemos algo en nosotros que no podemos arreglar, así que nos escondemos. Nos cubrimos. Fingimos. Pero las hojas de higuera son frágiles. Se marchitan. Se desmoronan. Y nunca cubren verdaderamente lo que hay debajo. Entonces viene el sonido—“el sonido del Señor Dios que se paseaba en el jardín al fresco del día.” Kanoe Gibson lo pinta bellamente: una vez
fue un sonido de gozo, ahora los hizo correr a esconderse. La intimidad de la comunión dio paso al instinto de ocultarse. La tragedia de la caída no es solo que la humanidad pecó—es que se escondió. El instinto de huir de Dios ha resonado en cada corazón desde entonces. Justin Jackson llama a este momento la pregunta más hermosa de la Escritura: “¿Dónde estás?” La pregunta de Dios no es geográfica, sino relacional—una invitación a la autoconciencia, una invitación a la confesión. Dios aún viene caminando, no tronando. Aún busca, no condena. LeBoutillier comparte una historia personal sobre su hijo escondiendo una mala calificación—ocultamiento instintivo. “Lo aprendimos de Adán,” dice. “Cuando pecamos, nos escondemos.” La respuesta de Adán revela la profundidad de la ruptura: “Oí tu voz en el jardín, y tuve miedo porque estaba desnudo; y me escondí.” El miedo ha reemplazado la comunión. La vergüenza ha reemplazado la seguridad. La relación vertical—la humanidad con Dios—se
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