Entendiendo Génesis Capítulo Tres LECCIÓN TRES: Del Edén al Exilio: Cuando la Gracia Encontró la Caída
EXILIO, PROTECCIÓN Y LA PROMESA DE RESTAURACIÓN (GÉNESIS 3:22–24) El capítulo termina con el exilio—pero no con el abandono. Dios expulsa a Adán y a Eva del Edén, no para destruirlos, sino para protegerlos. “El hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal. No debe permitírsele extender su mano, tomar también del árbol de la vida, comer y vivir para siempre.” John MacArthur explica que si ellos comieran del árbol de la vida en su estado caído, el pecado se volvería permanente. El destierro es misericordia—una gracia protectora que asegura el plan redentor. David Pawson llama a esto restricción divina: Dios se niega a permitir que Sus portadores de imagen sellen su rebelión eternamente. En cambio, inaugura un nuevo camino hacia la relación—ya no a través de la obediencia perfecta a un solo mandato, sino mediante un viaje de pacto que finalmente conducirá a la cruz. Justin Jackson ve a los querubines que guardan la puerta del Edén no como soldados de rechazo, sino como centinelas de esperanza— protegiendo a la humanidad de la separación eterna hasta que la gracia pudiera restaurar el camino de regreso. Fuera del Edén, la tierra es dura, y espinos crecen donde antes reinaba la belleza. Sin embargo, la historia no termina con pérdida. La esperanza permanece. Paul LeBoutillier señala que los atardeceres diarios hacia el oeste les recordarían el paraíso perdido—aun así, ahora viven con la esperanza del verdadero Paraíso venidero. El mismo Dios que cerró la puerta del jardín un día abriría la puerta del cielo por medio de Su Hijo.
Luke Taylor explica que la narrativa redentora de la Biblia comienza en Génesis 3, donde la historia de la quebrantada humanidad—y el plan de Dios para sanarla—echa raíces. A partir de ese momento, cada página revela cómo Dios trabaja para restaurar lo que se perdió. El jardín reaparece en nuestras vidas cada vez que elegimos la presencia sobre el desempeño, la confianza sobre el control y el pacto sobre la competencia. Génesis 3 no nos llama a reconstruir el paraíso—nos llama a redescubrir nuestro propósito y a caminar hacia la restauración que siempre estuvimos destinados a abrazar.
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