102/236 | MÓDULO II
tanto, lo que el alumno es capaz de hacer y de aprender por sí solo, fruto del nivel de desarrollo y de sus esquemas previos, y lo que es capaz de hacer y aprender con la ayuda de otras personas, observándolas, imitándolas, siguiendo sus instrucciones o colaborando con ellas. Desde esta perspectiva, la interven- ción educativa debe ir dirigida a la zona de desarrollo próximo, sabiendo que aumentaremos la capacidad de aprendizaje del alumno si utilizamos los recursos y materiales didácticos de apoyo apropiados. Partiendo de este planteamiento, centraremos el contenido de este módulo en proporcionar herramientas e instrumentos que favorezcan, afiancen y motiven el aprendizaje escolar. Para ello, será de vital importancia trabajar conjuntamente con los agentes implicados, así como establecer objetivos realistas que tengan en cuenta las capacidades del menor. Nuestra finalidad es orientar a los equipos educativos de los diferentes recursos residenciales de protección de menores (residencias, hogares, pisos) para ayudarles a optimizar la organización del estu- dio, adaptando estas indicaciones a las peculiaridades de cada contexto. Al hablar del contexto escolar del alumno lo hacemos en su sentido más amplio. Implica no solo el contenido y los mediadores instrumentales (qué y con qué se enseña), sino también a los agentes sociales (quién enseña) y sus características. En lo que respecta a los educadores, deben ser conscientes de la importancia tan decisiva que tienen las expectativas que, a veces de manera inconsciente, proyectan sobre los menores. Señalamos la más estudiada: el efecto Pigmalión o profecía autoincumplida. Sostiene que, cuando tenemos una creencia firme respecto a alguien, acaba cumpliéndose. Es decir, se trata de una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad porque la propia expectativa incita a la persona a actuar de manera que se vuelva cierta. Esa fue la conclusión del estudio de Rosenthal y Jacobson (1968): las expectati- vas y previsiones de los profesores/educadores sobre la forma en que se con- ducirán los alumnos determinan las conductas que esperaban. Y esto afecta tanto si profetizan buenos resultados como si los profetizan malos. Así, los niños con mejores resultados son aquellos cuyos profesores profetizan que lo harán mejor (por lo que utilizarán más recursos en ellos; se volcarán más, les dedicarán más tiempo…); y, al contrario, aquellos sobre los que piensan que tienen menos posibilidades de hacerlo bien suelen fracasar. Organización de la vida cotidiana para favorecer el estudio
2.
consejería de políticas sociales y familia • Comunidad de madrid
Made with FlippingBook - professional solution for displaying marketing and sales documents online