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a ella con otra perspectiva porque consideramos que se encuentra sujeta a leyes que no nos resultan ajenas. • La mejor herramienta para transmitir entusiasmo y motivación es contar o hacer algo que a nosotros mismos nos entusiasma y nos motiva. Seguro que todos recordamos, en nuestros años de estudiantes, a algún profesor que era capaz de mantener a la clase «embobada» con sus explicaciones, sin entender muchas veces dónde estaba el secreto para que comenzara a gustarnos una asignatura que años atrás habíamos considerado dura y te- diosa. Como educadores, tenemos esa inmensa responsabilidad: nuestra forma de enfrentarnos y transmitirles «el mundo» va a condicionar de forma decisiva la forma en que ellos van a ver «ese mundo» y se van a enfrentar a él. Somos, en definitiva, la herramienta que va a permitir llevar a cabo el cambio en los niños, niñas y adolescentes que tenemos a nuestro cargo. • En ocasiones, y con algunos menores, puede ser positivo y motivador faci- litarles que trabajen en grupo. La mera interacción social con iguales en un trabajo conjunto para lograr una meta común puede ser generadora de entusiasmo. Por ejemplo, menores que cursan el mismo nivel académico y que están trabajando sobre los mismos temas en sus centros escolares podrían reunirse para llevar a cabo trabajos conjuntos. En estos casos es importante asegurarse de que el grupo está equilibrado para garantizar que trabajan todos y no solo una parte de ellos. • Definir muy bien los objetivos de trabajo del menor, en cualquier parcela de su vida y también en el área escolar, porque puede resultarle frustran- te no saber lo que se espera de él. Las reglas y las expectativas han de estar claras, de manera que no haya confusión sobre lo que se le propone alcanzar. • Las metas planteadas deben ser altas pero alcanzables. Es importante brin- darle desafíos o retos que le impulsen a seguir mejorando. Se trata de buscar un equilibrio entre metas excesivamente altas e inalcanzables y otras más sencillas que sirvan como empuje, pero que no le permitan «acomodarse» con el mínimo. • Conocer la percepción que el menor tiene sobre los requisitos que exige la tarea a realizar, dado que puede generar en él expectativas de resultados y creencias de autoeficacia o todo lo contrario. De lo que se trata es de generar en él expectativas dirigidas al éxito. • Proveer a los menores oportunidades para el éxito porque puede ser muy frustrante y desmotivador que los esfuerzos realizados no sean reconocidos, y la mejor manera de evitarlo es que tengan la oportunidad de desempeñar sus fortalezas, así como de sentirse incluidos y valorados.
consejería de políticas sociales y familia • Comunidad de madrid
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