180/236 | MÓDULO III
• Informar: partiendo del principio de confidencialidad, que obliga a las partes a no difundir la información que conozcan, el educador debe solicitar, al inicio de curso, una entrevista individual con el tutor tan pronto como sea posible, a fin de compartir con él aquellos datos que sean relevantes sobre la situación personal y familiar del alumno, su historia anterior, su evolución escolar, puntos débiles y puntos fuertes, etc. Ese conocimiento ayudará al tutor a responder mejor a las necesidades del alumno, facilitará su inserción en el grupo-clase y permitirá una evaluación más ajustada de sus capacidades. Por supuesto, debe informarse al tutor sobre quién es la persona de referencia del menor ante cualquier contingencia, facilitándole un teléfono directo. También es oportuno informar sobre el día a día del menor en el centro de protección, cómo está organizado, quiénes son los responsables, cómo se transmite la información sobre las diferentes situaciones y necesidades del menor... El tutor se hará una idea mucho más completa de la calidad de la atención que recibe el niño, podrá entender que, aunque haya varios responsables, existe una coordinación a lo largo de las veinticuatro horas del día. Una acción po- sitiva, que se practica en muchos centros de protección, es invitar al tutor y al equipo directivo a conocer la residencia para que puedan pasar de la imagen abstracta, y muchas veces estereotipada, a la visión real y de calidad que los recursos residenciales ofrecen. Es muy importante planificar junto con el tutor la incorporación del alumno al grupo-clase, acordando qué información se dará a los compañeros del aula, quién la dará, etc. • Escuchar: cada tutor tiene, dentro de un marco profesional común, un estilo diferente. Mediante la escucha activa el educador puede conocer dicho estilo y, de esa forma, saber con más certeza cómo colaborar en las tareas, demandas y actividades que debe afrontar el menor en su desempeño co- tidiano. Preguntar a qué se da más importancia dentro del funcionamiento cotidiano, cómo se gestiona la convivencia en el aula, cómo está organiza- da, cómo se realiza el trabajo de los alumnos en clase... • Clarificar: debido al desconocimiento de la figura del educador, el tutor puede tener una imagen distorsionada sobre su perfil y funciones en rela- ción con el cuidado de los menores. Conviene clarificar estos aspectos, presentarse desde lo personal y lo profesional, de forma que el tutor pueda saber qué debe esperar del educador. El tutor debe saber que el educador es una persona cualificada, muchas veces con formación propia del ámbito educativo o cercana al mismo, a la vez que debe explicitarse el respeto del educador por las funciones del tutor, dejando claro que las funciones del educador seguirán manteniéndose en el ámbito familiar.
consejería de políticas sociales y familia • Comunidad de madrid
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