Los sindicatos ante los retos tecnológicos
conductores y conductoras de Uber que estuvieron en las por- tadas de todo el mundo. Aunque la efectividad a largo plazo de estas movilizaciones en cuanto a conseguir sus reivindi- caciones está por ver, algunas de estas reivindicaciones ya han sido cumplidas. En mayo de 2018, Amazon anunció que por primera vez había llegado a un acuerdo con los sindicatos. Esto fue en Italia, donde el gigante tecnológico y el sindi- cato FILMS CGIL negociaron un acuerdo apoyado por el 70% de los trabajadores que votaron. Después, en mayo de 2019, una huelga internacional de conductores y conductoras de Uber en protesta por la salida a bolsa de la compañía visibilizó las negativas implicaciones en términos laborales y sociales del modelo de negocio de Uber y jugo un papel clave en la bajada del 7,9% en sus títulos el primer día de su estreno en bolsa. Además de estos sectores, ha habido un aumento en la demanda de sindicatos en otras áreas fuertemente afecta- das por el cambio tecnológico. Sin ir más lejos, durante los últimos y años, después de reiteradas reivindicaciones por parte de su plantilla, varios medios de información digi- tales (Vice Media, ThinkProgress and Huffington Post) han firmado convenios colectivos con sus escritores, mientras que Slate, Salon, MTV News, Fast Company y Vox han nego- ciado contratos con la Writers Guild of America East. Estos contratos establecen el salario mínimo y futuros aumentos salariales, fijan pagos acordados por la republicación de trabajos de escritores y limitan la capacidad de la direc- ción para despedir empleados. A pesar de estos avances, la escala organizacional y complejidad favorecida por el cambio tecnológico continúa resultando un gran reto para la articulación de un diálogo social suficientemente amplio e inclusivo para abordar con fuerza la negociación colectiva. Pero los trabajadores están respondiendo con estrategias innovadoras y nuevas coalicio- nes. El 1 de noviembre de 2018, miles de trabajadores de Google salieron de sus oficinas de todo el mundo para pro- testar por las acusaciones de acoso sexual, desigualdad de género y racismo sistémico. El catalizador fueron una serie de alegaciones de comportamiento sexual no apropiado por parte de altos directivos, que los organizadores afirmaban representar la punta del iceberg de casos parecidos en toda la compañía. Las protestas empezaron en Tokio y continuaron en Singapur, Haifa, Berlín, Zúrich, Londres, Dublín y Nueva York. Entre otras cosas, los trabajadores exigieron el fin del arbitraje vinculante en casos de acoso y discriminación, un compromiso de poner fin a la desigualdad salarial y de
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