LA NATURALEZA MIXTA DEL DERECHO DE AUTOR DESDE LA PERSPECTIVA DEL BIEN COMÚN 69
que supone que, a la hora de producir, editar, distribuir o financiar una obra no se tenga en cuenta únicamente el factor económico —que suele prevalecer sobre todos los demás— sino, además, la forma como esa obra puede ayudar al bienestar de toda la comunidad 86 . 9. R ecapitulación Como se anotó en el capítulo anterior, uno de los principales pun- tos de discusión en el desarrollo histórico del derecho de autor —que ha ejercido gran influjo en los alegatos de conflicto— ha sido el de su naturaleza jurídica. En efecto, en los distintos sistemas de protección, sustentados en las posturas de los pensadores que más los influyeron, se ha defendido tradicionalmente la concepción del derecho de autor como un derecho natural, en el entendido que aquél se origina como resultado del trabajo del autor y como extensión o reflejo de su propia personalidad. Sin embargo, en el examen que aquí se realizó sobre dicha cuestión, se pudo determinar que en los postulados liberales individualistas se ha confundido el fundamento del derecho de autor con su título. Mientras que el primero sí se puede ubicar en la naturaleza humana, concreta- mente en los bienes humanos básicos y ciertas inclinaciones propias de la persona —por lo que puede ser calificado como natural—, en el caso del título, se puede afirmar que requiere, además, ser atribuido en un entorno político, mediante acuerdos y determinaciones de derecho positivo. Esto mismo se puede afirmar respecto de la medida o alcance del derecho de autor, que debe ser —y lo ha sido— definida política o colectivamente, aunque ella deba atender la naturaleza de las cosas y de las obras protegidas. A partir de lo anterior, se concluyó que el título y la medida de los derechos del autor pueden calificarse como mixtos 86 Se puede pensar que al hacer referencia al bienestar de toda la comunidad, al bien común, a la cultura, etc, se quiere decir que lo que más se debe favorecer es la escritura y publicación de libros eruditos o de obras maestras. Claramente esto no basta, sobre todo en una sociedad como la actual. Sin embargo, es indiscutible que el carácter de una creación intelectual, por menos culta que ella sea, puede influir de manera importante en el bien común. Un ejemplo que puede ilustrar lo anterior es el de los videojuegos. Al momento de escribir este capítulo se galardonaba con el premio Príncipe de Asturias de la Comunicación a Shigeru M iyamoto , creador, entre otros, de la saga de juegos de Mario Bros, “por excluir de sus creaciones la violencia y por innovar con programas y formatos que ayudan a ejercitar la mente en sus múltiples facetas y resultan muy valiosos desde un punto de vista educativo”. Sin embargo, por otro lado, Anders Behring Breivik, el Asesino de Oslo, reconoció semanas atrás que se había inspirado en videojuegos y que había utilizado otros, de carácter militar y mercenario, como entrenamiento para sus posteriores crímenes.
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