No existen hábitos buenos o malos en sí mismos; su valor depende del contexto que los rodee y del objetivo al que persigan. Si mi meta es dormir temprano, el hábito de revisar el celular antes de acostarme probablemente me aleje de ese propósito. En este sentido, los hábitos son instrumentales: pueden actuar como instrumentos que nos. acerquen o alejen de lo que deseamos.
J. Clear sugiere que para formar un hábito debemos hacerlo obvio, atractivo, sencillo y satisfactorio. Esto implica definir cuándo y dónde lo realizaremos, vincularlo con una recompensa, simplificarlo al máximo (como con la regla de los dos minutos), y reforzarlo positivamente. Para eliminar hábitos indeseados, propone el proceso inverso: volverlos invisibles, poco atractivos, difíciles e insatisfactorios.
Y tú, ¿qué hábitos quisieras cultivar o dejar atrás? Puedes empezar observando si tus acciones cotidianas te acercan o alejan de lo que anhelas. Eso sí: no se trata de ser perfect@, sino de ser consciente y constante.
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