La salud pública y el entorno construido Quizá la referencia más próxima de la relación entre el entorno construido y la salud pública la represente la ciudadmoderna, racional e higiénica del sigloXX, expre- sada en nuevos planteamientos urbanos y de vivienda. En un breve ejercicio histórico es posible identificar cómo las pandemias han cambiado los territorios que las han padecido. Barcelona, por ejemplo, antes de la intervención de Ildefons Cerdà en 1856, desde una perspectiva higienista y científica (Navascués, 2000) era una ciudad próspera pero hacinada, insalubre y constantemente arrasada por brotes epidémicos. Cerdà realizó diversos estudios y aná- lisis estadísticos (Cerdà, 1867) en los que logró establecer un vínculo entre calles estrechas y el escaso flujo de aire con el número demuertes en un área. Por su parte, el brote de cólera de 1866 en Europa heredó a la humanidad dos cosas: la teoría miasmática (Hempel, 2007), probada errónea, pero que abrigó el rediseño entero de ciudades, el adoquinado en calles y el uso común de recubrimientos en pisos ymuros como medios de prevención epidémicos; así como el mapa del cólera de John Snow (Snow, 1854), quien en 1854 inau- guróuna nueva era de análisis epidemiológicos espaciales (Newsom, 2006). Por desgracia, después de poco más de 3,200 años de registros pandémicos, la historia no termina de aleccionarnos. Un índice de vivienda como respuesta a la emergencia sanitaria Como cita la arquitectaBeatrizColomina enuna entre- vista: “Cada enfermedad cambia el paisaje de la arqui- tectura” (López, 2019). Los primeros indicios del surgimiento del nuevo virus, nombrado SARS-CoV-2, y su—en ese entonces— potencial riesgo sanitario para el mundo, alertó a gobier- nos, científicos y ciudadanos. Desde todas las disciplinas se trataba de abonar información para su contención. Ante la inevitable declaratoria de pandemia el 11 de marzo del 2020 por parte de la OMS, antecedió la declaratoria de las principales recomendaciones de protección frente al contagio: distanciamiento y ais- lamiento social; aislamiento familiar (en caso de tener un enfermo en casa); medidas básicas de higiene, como el lavado de manos frecuente y la constante desinfec- ción de las superficies de la vivienda (OMS, 2020). Sin embargo, como principal medida de prevención, se pidió a la población: “¡Quédate en casa!”. Aquellas personas que podían hacerlo, lo hicieron. La vivienda es, por definición, un refugio para el ser humano (Adler et al. , 2018). Desde una lógica simplista, la sociedad asumió esta inferencia con la mayor natu- ralidad, a pesar de lo innatural que es el aislamiento
Figura 1. Esquema de iteración entre medidas básicas de protección ante el contagio y componentes físicos y de habitabilidad de la vivienda
social. Así, enmarzo de 2020 la vivienda significó, más que nunca, la certeza de fortaleza, resguardo y protec- ción frente a la incertidumbre que provocó la pandemia. Sin embargo, es de cuestionarse el grado de certeza y representatividad de dicha premisa. ¿A cuántas vivien- das se les puede atribuir la condición de refugio ante la pandemia? y ¿qué significa una vivienda segura ante la COVID-19? Organizaciones internacionales como ONUHábitat instaban al estudio de los asentamientos informales, pues “representarían un riesgo para sus habitantes” (ONU Hábitat, 2020); sin embargo, estos argumen- tos eran, hasta el 11 de junio de 2020, sólo suposicio- nes, pues ningún instrumento internacional (como el Índice de Desarrollo Humano del PNUD) o nacional (como el Índice de Rezago Social del ConsejoNacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social o el Índice de Marginación del Consejo Nacional de Población) habían sido elaborados con los componentes específi- cos para medir la vulnerabilidad de las viviendas ante el contagio por la COVID-19. Bajo esta premisa y, desde una perspectivamultidis- ciplinaria, a principios de marzo investigadoras e inves- tigadores de las áreas de vivienda, economía yurbanismo del Centro Cemex-Tec comenzaron la construcción de un índice con componentes específicos para lamedición de la vulnerabilidad de las viviendas mexicanas ante la dispersión de la pandemia por la COVID-19. El 11 de junio de 2020 se publicó el Índice de Vulnerabilidad en Infraestructura de laVivienda ante laCOVID-19 (IVIV- COVID), cuyoobjetivo es la localizaciónde losmunicipios en los que las viviendas puedan representar un riesgopara sushabitantes en la fasede transmisióncomunitariapor la COVID-19, agregando componentes territoriales, contex- tuales y sociales a los estudios convencionales de vivienda. Determinación de componentes de relevancia El procesode selecciónde componentes se realizó toman- do como referencia las principales recomendaciones de protección ante el contagio comunitario y familiar por laCOVID-19. Se seleccionarondiferentes componentes de la vivienda para determinar su grado de influencia en la propagación de este virus en específico, cuando se clasifican como carentes. Además, debía existir infor- mación sobre ellos en indicadores nacionales oficiales, respaldados por censos poblacionales (InstitutoNacional deEstadística yGeografía–Inegi, 2015), conunnivel alto de representatividad. Después de un juego de iteraciones se llegó a una selecciónde carencias en las viviendas, que presentan inhabilidad para cumplir con almenos tres de las principales recomendaciones de la OMS, y algunas otras, resultado de las primeras investigacionesmédicas publicadas respecto al tema (Wadman et al. , 2020).
fecal-oral, como consecuencia de la ausencia de medios adecuados para la deposición, es decir, viviendas en comunidades sin acceso al servicio de drenaje entubado dentro del hogar. Sin duda, cualquiera de los muchos escenarios de las afectaciones a los habitan- tes derivadas de la ausencia de dicho servicio en su vivienda es determinante.
Carencia por hacinamiento en la vivienda
La OMS (2020) ha precisado acciones en tornodelaislamientoydistanciamientosocial, así comomedidasbásicasdehigiene respira- toriasparaevitar lapropagacióndel virus; ade- más,múltiples investigacioneshanseñalado a la transmisiónporvíaaéreacomounade las formas conmáspotencial de infecciónante la COVID-19 (Wathore et al., 2020). Este tipo de transmisión prolifera en lugares cerrados, pequeños y mal ventila- dos, pues las gotículas que portan el virus pueden acumularse en el aire, lo cual faci- lita su inhalación e incentiva el contagio (Hábitat para laHumanidadMéxico, 2018). Investigaciones científicas de reciente publi- cación (Morawska y Cao, 2020) exhortan a la implementación de medidas de control adecuadas respecto de la población cuyas viviendas carecen de dichos elementos de habitabilidad, por ejemplo, cuando presentan condiciones de hacinamiento. Carencia en infraestructura por muros en condiciones precarias El diseño, las características estructurales, lamaterialidad, así como elmantenimiento y el tamaño de una vivienda influyen en el grado en que sus habitantes son protegidos contra enfermedades de transmisión (OMS, 2019). En el caso de los elementos estructu- rales, se ha evidenciado cómo losmurosmal construidos y con espaciosmuertos pueden albergar plagas, y que, en conjunto con defi- ciencias sanitarias, permiten la circulación de enfermedades entreviviendasdeunidades múltiples (Krieger yHiggins, 2002; Queiros yMkombe, 2009). Según las directrices de la OMS sobre vivienda y salud (OMS, 2018), las malas condiciones habitacionales se traducen en inequidades sanitarias que afectan aún más a la calidad de vida y el bienestar de las personas.
Fuente: Elaboración de los autores.
Subdimensiones El análisis anterior dio como resultado las siguientes ocho subdi- mensiones, las cuales son relevantes frente a la propagación de la pandemia. Esto según las principales recomendaciones de protección ante el contagio comunitario y familiar por laCOVID-19, estipuladas por la OMS (2020). Carencia en servicios por falta de agua entubada dentro de la vivienda En el caso de los hogares sin tubería de agua dentro de la vivienda, múltiples estudios apuntan a una disminución de 50 % en el uso del líquido en actividades de higiene, comparado con hogares con tubería (Kumpel yNelson, 2013; Ray, 2020). Además, la carencia del servicio de agua dentro de la vivienda obliga a los habitantes de una comunidad, enelmejor de los casos, a compartir los puntos de acceso e invertir horas en su obtención, incentivando las aglomeraciones y generando un impacto adverso en la salud (Corburn et al. , 2020). Ante la carencia del servicio, se ve comprometida la posibilidad de que los usuarios puedan lavarse lasmanos antes odespués de realizar cualquier actividad dentro del hogar. Carencia por falta de servicio de drenaje De acuerdo con la OMS, el saneamiento inadecuado es una de las principales causas de enfermedades contagiosas (OMS, 2019). Esto, aunadoa los resultados dediversos estudios (Heller et al. , 2020;Wad- man et al ., 2020) que desdemayode 2020plantearon lapermanencia del virus SARS-CoV-2 en superficies o líquidos por varios días. Lo anterior —además de la posibilidad de permanencia del virus en heces de pacientes por períodos de hasta cinco semanas poste- riores al cese de los síntomas de enfermedad (Heller et al ., 2020;Wu et al. , 2020)—nos habla de la enorme posibilidad de un contagio vía
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Vivienda Infonavit • NOVIEMBRE 2020
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