Revista Vivienda Infonavit Año 4, Núm 1 (Noviembre 2020)

Esta situación conlleva algunas consideraciones. En primer lugar, es necesario transformar la realidad de las ciudades para que las tareas de cuidado y reproducción se realicen demaneramás fácil y económica, permitiendo la conciliación laboral y fami- liar para hombres ymujeres; esto sienta las bases del concepto de ciudades cuidadoras . En segundo lugar, es imperiosa la redistribución de las tareas de cuidado, con el fin de aumentar el involucramiento y la corresponsabilidad de la población. Para transitar hacia sociedades más justas e igualitarias, es fundamental erradicar los estereotipos. Por ello, desde el urbanismo feminista se plantea el concepto de ciudades cuidadoras. Esta propuesta, retomada por la ComisiónEconómica para América Latina y el Caribe (Cepal) —entre otras—, refiere que todas las estructuras que conforman las ciudades (físicas, sociales, económicas, culturales y de poder) deben facilitar la realización de las labores de cuidado requeridas para que la sociedad se reproduzca. Dichas labores deben efectuarse de forma corresponsable y solidaria tanto por hombres como por mujeres —es decir, la comunidad—, pero, además, por el Estado y el mercado. 4 Bajo esta perspectiva, se replantea la gestión urbana y territorial a partir de repensar las ciudades para “dejar de generar espacios desde una lógica productivista, social y políticamente restrictiva, y empezar a pensar en entornos que prioricen a las personas que los van a utilizar” (Valdivia, 2018). El concepto de ciudades cuidadoras implica diversos cambios tanto en la organi- zación comunitaria y familiar como en la gestión de las ciudades. Algunos ejemplos de los elementos que conforman este concepto son: ► ► Espacios públicos seguros, incluyentes, cuyo uso sea flexible y adaptable a diferentes usos y perfiles de usuarios y usuarias, que promueve la convivencia e interacción desde la democratización de un espacio común. ► ► Ciudades seguras, cuyo entorno permita y promueva la libertad. ► ► Movilidad urbana integral y transporte público accesible, física y económica- mentepara todas las personas yque conectadiferentes actividades, desde las pro- ductivas hasta las actividades de cuidado, espacios de ocio ydeporte, entre otros. ► ► Equipamiento, servicios e infraestructura ubicada y diseñada reconociendo y atendiendo las actividades de cuidado. ► ► Integración de la sustentabilidad. ► ► Viviendas construidas en ubicaciones que permiten el acceso a bienes, servi- cios, equipamientos y oportunidades. Por último, cabe destacar que una ciudad cuidadora reconoce en las personas una fuente de conocimiento e información prioritaria para la cocreación de ciudades y diseños para las viviendas. La arquitecta y urbanista feminista ZaidaMuxiMartínez (2019), una de las promo- toras de las ciudades cuidadoras, enfatiza cómo surge este concepto, pues “nos enten- demos en relación con otros y otras, en las redes de apoyomutuo”. Asimismo, evidencia la necesidad de repensar la vivienda, desde su diseño hasta su emplazamiento en las ciudades; todo desde una visión feminista, pues, si bien para lamayoría de los hombres el espacio doméstico representa refugio y descanso, para lasmujeres es un espacio de trabajo, ymuchas veces donde también viven episodios de violencia. 5 Desde su interior, las ciudades y las viviendas producen y reproducen las desigualdades entre hombres ymujeres: va desde la esfera pública hasta la esfera privada (González-Loyde, 2020). En términos del diseño habitacional, la división propuesta desde el movimiento moderno de los espacios al interior de las viviendas en áreas públicas y áreas privadas, enfatiza aún más esto. Las áreas públicas —la sala de estar y el comedor, por ejem- plo— se visibilizan, mientras que los espacios donde se realizan las labores de trabajo doméstico y de cuidado—la cocina, el área de lavado y las recámaras, por ejemplo— se buscan ocultar, invisibilizar. Por ello, para la urbanista mexicana González-Loyde (2020) “la vivienda se convierte en un acto político, no sólo por las luchas de acceso a ésta, sino también por su capacidad para reproducir o no esta desigualdad desde su interior, haciendo de las mujeres un actor fundamental en esta lucha”.

En este contexto, la vivienda enMéxico se plantea como un derecho humano y una herramienta con el potencial de disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres. Para ello es importante entender que el concepto de vivienda evoluciona a través de la historia, desde los materiales, la distribución, las funciones y las caracterís- ticas deseadas. En este sentido, se plantea que la vivienda cuente con referentes desde el marco de los derechos humanos, a partir del cual se le reconoce como un dere- cho humano desde laDeclaraciónUniversal deDerechos Humanos (1948) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (1966), lo que se com- plementa con las Observaciones realizadas por el Comité de lasNacionesUnidas deDerechos Económicos, Sociales y Culturales (Red-DESC, 2006a y Red-DESC, 2006b), las cuales agregan el componente cualitativo con la defi- nición de los siete elementos de la vivienda adecuada. 6 De la misma manera, el artículo primero de la Constitución Política de los Estados UnidosMexicanos define la obligatoriedad del Estadomexicano de respetar, proteger, garantizar y promover los derechos humanos para todas las personas en nuestro país. Asimismo, laAgendaGlobal deDesarrollo, a partir de los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados desde el 2015 y de los queMéxico es parte, define unmarco de acción. EnespecíficoelObjetivo5: “Lograr la igualdadentre los géneros y empoderar a todas lasmujeres y las niñas”, y el Objetivo 11: “Lograr que las ciudades seanmás inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles” (ONU, 2016), delimitan el sentido de las acciones que se deberán implementar. Acerca del Objetivo 5, la meta 5.4 hace referencia a “Reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados mediante servicios públicos, infraes- tructuras y políticas de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país” (ONU, 2016) , mientras que del Objetivo 11, la meta 11.1 afirma “Para 2030, asegurar

el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales” (ONU, 2016). Esto refuerza la propuesta de integrar en la planeación urbana y las políticas de vivienda el enfoque de género, ubicar a las personas en el centro de la toma de decisiones y lograr cambiar los paradigmas en la toma de decisiones. Esta tarea requiere la participación y el compromiso de todo el sector para lograr una verdadera transformación. Lo anterior implica asumir la responsabilidad de impul- sar las acciones necesarias paramaterializar un cambio profundo y eliminar las condiciones estructurales que perpetúan la desigualdad y lamarginación. Si bien hoy se reconoce la importancia de que para cualquier análisis de problemáticas sociales y urbanas es necesaria la diferenciación entre hombres y mujeres, el uso y producción de datos estadísticos no siempre con- sidera las relaciones de género (Inmujeres, 2003a). En el caso del espacio urbano y la vivienda, un primer paso fue desagregar por sexo la información recolectada, lo que evi- denció algunos efectos de la desigualdad, pero no las cau- sas. Por ejemplo, enMéxico únicamente tres de cada 10 viviendas son propiedad de unamujer (Inmujeres, 2016). Eneste sentido, seplanteanalgunos elementos a consi- derar en temas de política de vivienda. Enprimer lugar, es preciso integrar el análisis de la división sexual del trabajo para entender el contexto y tomar decisiones más acer- tadas que promuevan la igualdad entre hombres ymuje- res sin reforzar estereotipos de género. En segundo, cabe asumir que estos elementos sociales impactanen lo que se espera y entiende del entornourbano y de la vivienda, por lo que es fundamental integrarlos como componentes de análisis. Sinembargo, es importante destacar que tanto las atribuciones, expectativas y responsabilidades que se han dado a hombres ymujeres sonuna construcción social y, por lo tanto, sonmodificables; al igual que la construcción de las ciudades y el concepto de la vivienda.

Para la mayoría de los hombres el espacio doméstico representa refugio y descanso, para las mujeres es un espacio de trabajo, y muchas veces donde también viven episodios de violencia

Figura 1. Porcentaje de mujeres en México que residen en una vivienda sin escrituras (2015)

Estrato bajo grandes ciudades

Más ricas de grandes ciudades

Indígenas más pobres rurales

Más pobres rurales

Estrato bajo urbanas

Más pobres

Más ricas

Grandes ciudades

Promedio nacional

Rurales

0 %

10 %

20.1 %

20 %

25.2 %

28.5 %

33.4 %

30 %

35.3 %

41.8 %

40 %

51.6 %

52.3 %

50 %

56.6 %

63.1 %

60 %

70 %

Fuente: Gráfico tomado de Echarri-Cánovas (2020).

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Vivienda Infonavit • NOVIEMBRE 2020

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