Adolescente: "¿Qué pasa, no confías en mí?"
Adolescente: “Ya lo he escuchado todo antes. No necesitamos hablar". Padre o madre: “Es probable que ya sepas bastante. Me haría sentir mejor si lo conversáramos. Además, me ayudaría a comprender mejor cómo son de diferentes las cosas en comparación con la época cuando yo tenía tu edad". Los estudios demuestran que cuando los adolescentes sienten que pueden confiar en sus padres y que esa confianza es recíproca, son menos propensos a beber.
Padre o madre: "Confío en ti. Pero este es un tema muy importante, y creo que tenemos que recopilar la información que conocemos para asegurarnos de que manejas todo con eficacia y que sabes qué esperar y qué hacer. Para esto, tenemos que hablar entre nosotros". Temor al castigo. Los adolescentes pueden temer que los trate severamente desde el principio. Los adolescentes que temen ser castigados se comunican con menos frecuencia con sus padres. Los estudios muestran que estos adolescentes tienden a comenzar a beber, beben con mayor frecuencia y son más propensos a sufrir consecuencias relacionadas con el consumo de alcohol. Adolescente: "Claro, hablo contigo y no me dejarás salir. Olvídalo". Padre o madre: "Te prometo que no seré así. Te escucharé. Me tomaré en serio lo que dices. Voy a ser sincero(a) contigo y tu serás sincero(a) conmigo". Él/ella piensa que ya se las saben todas. Algunos adolescentes no quieren hablar porque creen que ya saben todo lo que hay que saber sobre un tema. Los estudios demuestran que cuando los adolescentes sienten que pueden confiar en sus padres y que esa confianza es recíproca, son menos propensos a beber.
Los adolescentes pueden pensar que lo saben todo, pero a menudo no es así. No permita que esta objeción le impida intentar comunicarse.
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