18/INTERNACIONAL
el horizonte
Martes 11 de noviembre de 2025
TRUMP RECIBIÓ CON HONORES A UN VIEJO ENEMIGO Y LO TRATÓ COMO ‘HÉROE’ Histórica reunión entre Siria y EUA, serán aliados
Un nuevo capítulo inicia para Siria, quienes SE ABREN A OCCIDENTE, y se unirán a Israel en su lucha contra ISIS
el Estado Islámico, informó este lunes un funcionario estadouni- dense bajo anonimato, en plena visita del presidente sirio. “Estados Unidos permitirá a Siria retomar las actividades de su embajada en Washington para una mayor coordinación contra el terrorismo y de seguridad”, dijo el informante. Durante la visita del presiden- te interino Ahmed al Sharaa Siria anunció que se unirá a la Coali- ción Global para Derrotar a ISIS o Estado Islámico, añadió la fuente. EUA, por su parte, planea es- tablecer una base militar cerca de Damasco, “para coordinar la ayuda humanitaria y observar los desarrollos entre Siria e Is- rael”, reveló una fuente diplomá- tica que asisitó al encuentro. Desde que asumió el poder, Al Sharaa ha roto con su pasado y se abrió a Occidente y a Israel, con quiem está en guerra.
el encuentro, que se llevó a cabo lejos de las cámaras. Agregó que quiere que Siria se convierta en un país “muy exitoso” tras 14 años de guerra civil y que Al Sha- raa “puede lograrlo, realmente lo creo”, dijo el líder de Washington. “Es un líder muy fuerte”, afir- mó. “La gente decía que había te- nido un pasado difícil, todos he- mos tenido pasados difíciles (...) Y pienso sinceramente que sin un pasado difícil no tieneSiria ninguna oportunidad”, señaló Trump. NUEVA ÉPOCA PARA SIRIA Siria podrá reabrir su embajada en Washington y además se uni- rá a la coalición internacional di- rigida por Estados Unidos contra
REDACCIÓN El Horizonte
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió este lu- nes en la Casa Blanca a su homó- logo sirio, Ahmed Al Sharaa, un excombatiente rebelde que fue detenido por fuerzas estadouni- denses en Irak en 2005 por sus vínculos con Al Qaeda y a quien Washington ahora lo presenta como “un líder fuerte”. Al Sharaa, que lideró una coali- ción rebelde de islamistas que de- rrocó a Bashar al Asad en diciem- bre pasado tras décadas en el po- der, es el primer líder de Siria en visitar la Casa Blanca desde la in- dependencia del país en 1946. “Me cae bien”, dijo Trump tras
PRIMER LÍDER SIRIO EN PISAR EUA DESDE 1946 Un nuevo aliado para Estados Unidos e Israel se levanta en la región más violenta del mundo; juntos enfrentarán el terrorismo
John Muir preguntó una vez: ‘¿Por qué los CRISTIANOS son tan REACIOS a dejar entrar a los animales en su cielo mezquino?’. D e hecho, ¿por qué? Especial- mente porque San Pablo nos dice en la Epístola a los Roma- nos que toda la creación (mi- Dejar entrar a la gente en nuestro cielo mezquino
COLUMNA
ESPIRITUALIDAD POR RON ROLHEISER
su propio compromiso afianza suficiente- mente la esencia, las normas y los rituales de la familia, de modo que quienes están presentes y no están comprometidos no amenazan nada, sino que enriquecen la celebración y la hacen más inclusiva. Esa confianza se basaría en saber (en el con- texto de esta familia en particular) que son los adultos responsables y que pue- den acoger a los demás sin comprometer nada. No serían mezquinos con el don y la gracia de la familia. Hay una lección aquí, a mi parecer: no- sotros, que somos cristianos “practican- tes”, responsables de la práctica ecle- siástica adecuada, la doctrina correcta, la moralidad apropiada y la auténtica conti- nuación de la predicación y la Eucaristía, no debemos ser mezquinnos con el don y la gracia de la familia cristiana. Al igual que Jesús, que acogía a todos sin exigir primero la conversión ni el compromiso, debemos ser abiertos en nuestra acogi- da y generosos en nuestro abrazo. La in- clusión, no la exclusión, debe ser siempre nuestro primer enfoque. Como Jesús, no debemos sentirnos amenazados por lo que parece impuro, y debemos estar pre- parados para escandalizar ocasionalmen- te a otros por las personas con las que compartimos la mesa. No seamos mezquinos al compartir la familia de Dios, especialmente porque el Dios al que servimos es un Dios de infini- ta generosidad, ¡que no se siente amena- zado por nada! www.ronrolheiser.com
cantes” de la familia. Ahora, imaginemos que los otros cinco de los hijos se han distanciado de la fami- lia. Ya no cultivan ninguna conexión signi- ficativa ni regular con ella, están desvin- culados de su vida cotidiana y sus valo- res, no les preocupa especialmente cómo están sus padres, pero aun así quieren mantener cierta conexión con la fami- lia para compartir ocasionalmente algu- na celebración o comida. Se les podría describir, con razón, como miembros “no practicantes” de la familia. Esto plantea la pregunta: ¿los miem- bros “practicantes” de la familia les nie- gan la entrada a sus reuniones, creyen- do que permitirles asistir pone en peligro las creencias, los valores y la esencia de la familia? ¿O les permiten venir, pero solo con la condición de que primero asuman una serie de compromisos prácticos para regularizar el contacto con la familia? Supongo que, en la mayoría de las fa- milias sanas, los miembros “practicantes” recibirían con gusto a los miembros “no practicantes” en un evento, reunión o co- mida familiar, agradecidos de que estén allí, aceptándolos amablemente sin pedir- les inicialmente ninguna promesa o com- promiso práctico. Tampoco se sentirían amenazados por su presencia en la cele- bración y por que se sentaran a la mesa, temiendo que la esencia de la familia pu- diera verse comprometida de alguna ma- nera. Como miembros “practicantes” de la fa- milia, tendrían la firme convicción de que
sús debe significar algo concreto. El dis- cipulado cristiano exige mucho, y las iglesias necesitan tener límites claros en términos de dogma, sacramentos, mem- bresía y práctica. Hay una legitimidad en crear una línea divisoria entre quién está dentro y quién está fuera. El instinto de- trás de esto es saludable, pero su prácti- ca a menudo no lo es. A menudo hace- mos que el cielo sea mezquino. Metafóricamente, a menudo somos como ese grupo en el Evangelio que im- pide que el paralítico se acerque a Jesús, de modo que solo puede llegar a Él en- trando por un agujero en el techo. Nues- tro instinto puede ser correcto, pero nuestra práctica a menudo es incorrec- ta. Nosotros, los que estamos profunda- mente comprometidos con nuestras igle- sias, necesitamos ser lo suficientemen- te fuertes en nuestra propia fe y prácti- ca para ser anclas de una espiritualidad y una ética que acoja y comparta la mesa con aquellos que no están comprometi- dos. ¿Cómo? Aquí hay una analogía. Imaginemos una familia de diez perso- nas, todas adultas. Cinco de los hijos es- tán profundamente comprometidos con la familia: vuelven a casa con regularidad para visitarla, comen juntos todos los fi- nes de semana, se mantienen en contac- to con frecuencia, tienen rituales y cele- braciones habituales para asegurarse de permanecer unidos, y se ocupan de que sus padres estén siempre bien. Se les po- dría llamar, con razón, miembros “practi-
neral, vegetal, animal) gime por ser li- berada de su esclavitud a la corrupción para entrar en la vida eterna con noso- tros. ¿Cómo? ¿Cómo irán los minera- les, las plantas y los animales al cielo? Eso está más allá de nuestra imagina- ción actual, del mismo modo que no po- demos imaginar cómo entraremos noso- tros en el cielo: "Ni ojo vio, ni oído oyó, ni ha entrado en el corazón del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman". La vida eterna está más allá de nuestra imaginación actual. Lo que John Muir pregunta sobre los animales podría preguntarse en un senti- do más amplio: ¿somos demasiado mez- quinos respecto a quién puede ir al cielo? Lo que quiero decir con "mezquino" aquí es cómo, a menudo, estamos ob- sesionados con la pureza, los límites, el dogma y la práctica religiosa, de modo que excluimos a millones de personas de las puertas de nuestras iglesias, de nues- tros programas eclesiásticos, de nues- tros programas sacramentales, de nues- tras mesas eucarísticas y de nuestra no- ción de quién irá al cielo. Esto es cierto en todas las denominaciones. Como cris- tianos, todos tendemos a crear un cielo mezquino. Sin embargo, puedo comprender el ins- tinto que hay detrás de esto. Seguir a Je-
RON ROLHEISER: Sacerdote católico y miembro de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Especializado en Teología en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Presidente Emérito de la Escuela de Teología de los Oblatos en San Antonio, Texas. Columnista, conferencista y escritor
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