360 UDEM No.4- Ecoansiedad: Nuestra Paz mental se derrite

I N F O D E M I A : ¿ P O D E M O S E S C A P A R D E L A S O B R E I N F O R M A C I Ó N ?

estamos, entonces hay algo que nos tiene que sacar de ahí. Y estamos esperando, esperando, esperando, a que salga algo que nos recompense, dándole para abajo, el scroll eterno. ¿Suena familiar? Quizá si alguna vez fuiste al casino. A esta técnica se le llama refuerzo intermitente, que trata de recompensar al usuario de vez en cuando, sin un pa- trón predecible, para mantener la expectativa. Y generar expectativa es lo que hacen bien las redes sociales, por eso las notificaciones falsas de Instagram y de Facebook. Ver los puntos rojos de que tenemos una notificación pendiente puede emocionarnos porque algunas de las notificaciones pasadas han desembocado en transac- ciones que nos hacen sentir bien, y nuestro cerebro ha liberado dopamina. El consumo de información es, pues, consumo. Se siente bien, hay gratificación al ver posts , fotos con filtro o tuits. Así es como lo presentan Ming Hsu, neuro- economista de UC Berkeley, y Kenji Kobayashi, investigador de la Universidad de Pensilvania; parece que nuestro cerebro convierte la infor- mación en el mismo tipo de escala en el que procesa el dinero. Estamos eternamente espe- rando esa recompensa, ¿y qué pasa cuando la recompen- sa es la del espectáculo? ¿Cuando nos entretiene ver una discusión entre nuestros contactos? ¿Qué pasa cuando la controversia es la que nos está manteniendo ahí? ¿PARA QUÉ INFORMARNOS? Querer satisfacer nuestra curiosidad es una cuestión biológica, nuestros cerebros están hechos para que re- cibir información se sienta bien. El problema no está en querer satisfacer la curiosidad, ni siquiera cuando es información poco importante. Tal vez no es impor- tante saber entre quiénes de tus amigos se gustan, pero emociona saberlo. ¿De qué sirve la información? Se habla tanto de la racionalidad de la información, de la utilidad de los datos, cuando en realidad no está sirviendo de nada (o

más bien, sí está sirviendo a alguien ). Pero ninguno de nosotros realmente necesitamos saber si George Ha- rrison escribía letras más complejas que John Lennon. De verdad, créanme, en ningún tipo de escenario esa información es importante. Claro: hay formas muy im- portantes y relevantes de utilizar la información y los datos, claro que hay personas que hacen uso de ellos y cambian la vida o la forma de hacer muchas cosas. María Salguero, geofísica y activista mexicana, hizo un mapa de feminicidios y, gracias a ese trabajo, se visibilizó la profundidad y gravedad de la violencia e impunidadma- chista en el país. Y también hay personas que han hecho cosas muy bellas con los datos y que no necesariamente nos tienen que servir de nada. Hay formas contemplativas de usar la información o el exceso de información.

¿De qué sirve la información? Se habla tanto de la racionalidad de la información, de la utilidad de los datos, cuando en realidad no está sirviendo de nada (o más bien, sí está sirviendo a alguien ).

A lo que me refiero es que la forma en la que esta- mos consumiendo información es insostenible no solo para nuestra salud mental, sino como forma misma de socializar nuestros procesos. Los datos no deben de servir a unos pocos para poder manipularnos. Tenemos que poder contextualizar la información, localizarla. No se trata tampoco de negarse a leer noticias internacio- nales o solo aceptar videos de gatos, si no de cuestio- narnos si podemos mantener este ritmo de consumo de información si tenemos recursos limitados para inter- pretarla, procesarla y decidir qué hacer con ella. No porque la vida digital no cuente, para nada, sino porque la vida digital es eso, vida, y también mere- cemos mejores espacios digitales, que respondan a nosotros y no a un posible futuro en el que nosotros servimos a los datos.

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