18/INTERNACIONAL
el horizonte
Martes 12 de agosto de 2025
ENCUENTRO SERÍA ANTES DEL DE TRUMP CON PUTIN UE busca reunión con EUA para defender a Ucrania
EUROPA PREOCUPADA POR KIEV Este lunes, la UE reunió de urgencia a sus ministros de Relaciones Exteriores para intentar influir en las negociacio- nes previstas para el viernes en Alas- ka entre Trump y Putin sobre la gue- rra en Ucrania, que suscitan temores de un acuerdo en detrimento de Kiev. Los europeos han intensificado sus contactos y se han esforzado por for- mar un frente unido en apoyo a Ucra- nia desde el anuncio de la cumbre en- tre los dos líderes mundiales. Trump declaró este lunes que es- pera tener una "conversación cons- tructiva" con su homólogo ruso "Voy a hablar con Vladimir Putin y le diré: 'Tienes que ponerle fin a esta guerra'", declaró en rueda de prensa. También expresó descontento con Zelenski por descartar concesiones territoriales.
Canciller alemán organiza conversaciones con Trump y Zelensky para abordar los puntos que se platicarán en Alaska con Rusia
das por iniciativa de Berlín en varios grupos temáticos, se centrarán en "los preparativos para posibles negociacio- nes de paz", declaró Stefan Kornelius en un comunicado. El canciller explicó que asuntos re- lacionados con las reivindicaciones te- rritoriales y las garantías de seguridad, así como posibles "acciones adiciona- les" para "ejercer presión sobre Rusia" también formarán parte de la agenda del próximo miércoles, buscando en- contrar puntos favorables para Ucra- nia, quien no está invitada el viernes.
REDACCIÓN El Horizonte
El presidente estadounidense Donald Trump, su homólogo ucraniano Volo- dimir Zelensky y líderes de países eu- ropeos, de la OTAN y la Unión Europea (UE) discutirán sobre la invasión rusa de Ucrania este miércoles, dos días an- tes de la reunión entre Trump y Vla- dimir Putin, anunció el portavoz del canciller alemán Friedrich Merz este lunes. Estas "conversaciones", organiza-
UCRANIA RECIBE APOYO DE LA OTAN De cara a la reunión entre EUA y Rusia, la UE quiere que finalmente se alcance la paz en Kiev
Una herida antinatural
COLUMNA ESPIRITUALIDAD POR RON ROLHEISER
Pocas cosas en la vida son tan difíciles como LA MUERTE de un joven, especialmente la DE UN HIJO. Hay muchas madres y padres con el corazón roto tras haber perdido a una hija, un hijo o un nieto. A PESAR DEL TIEMPO , e incluso del consuelo de la fe, a menudo QUEDA UNA HERIDA QUE NO SANA H ay una razón por la que esta herida es tan implacable, y no radica tanto en la falta de fe, sino en una cierta carencia de
es más fácil sentir lo que expresa Auden. Es más, incluso comprender lo contrario a la naturaleza que es tener que enterrar a uno de tus propios hijos no devuelve a ese niño ni hace que las cosas vuelvan a la normalidad, porque es anormal que un padre entierre a un hijo. Sin embargo, esa comprensión puede aportar una comprensión de por qué el dolor es tan profundo e implacable, por qué es natural sentir una tristeza intensa y por qué ningún consuelo o desafío fácil resulta de gran ayuda. Al fin y al cabo, la muerte de un hijo no tiene solución. También es útil saber que la fe en Dios, aunque poderosa e importante, no bo- rra esa herida. No está destinada a hacer- lo. Cuando uno de nuestros hijos muere, algo se corta de forma antinatural, como la amputación de una extremidad. La fe en Dios puede ayudarnos a vivir con el dolor y la antinaturalidad de sentirnos in- completos, pero no nos devuelve la extre- midad ni nos restituye la plenitud. En efecto, la fe puede enseñarnos a vivir con la amputación, a abrir esa violación irreparable de la naturaleza a algo y a al- guien más allá de nosotros, para que esta perspectiva más amplia —el corazón de Dios— nos dé la valentía de volver a vivir con salud con una herida antinatural.
man escribió un famoso poema titulado "A un atleta que muere joven". En un mo- mento dado, le dice esto al joven falleci- do: “Chico listo, escápate pronto de campos donde la gloria no perma- nece”. A veces, una muerte joven congela para siempre la belleza de una persona joven que, con el tiempo, se habría desvaneci- do. Morir joven es morir en plena flor, en la belleza de la juventud. Sin embargo, eso aborda el problema del joven que muere, no el dolor de quie- nes se quedan atrás. No estoy tan segu- ro de que ellos, los que se quedan atrás, digan: "Chico listo, escápate pronto". Su dolor no desaparece tan rápido porque la naturaleza no les ha proporcionado los circuitos internos necesarios para proce- sar lo que necesitan procesar. Es más pro- bable que sintamos la oscuridad del alma que W.H. Auden expresó una vez ante la muerte de un ser querido: “Las estrellas ya no sirven: apágalas to- das; Empaca la luna y desmantela el sol; Vuelve el océano y barre la madera; Porque nada ahora puede llegar a nada bueno” (Doce Canciones). Cuando muere uno de nuestros hijos,
tros mayores mueren, hay circuitos en nuestro interior a los que podemos acce- der y a través de los cuales podemos ob- tener comprensión y aceptación. En úl- tima instancia, la muerte de un adulto se sana y la normalidad regresa porque es natural —como lo es la naturaleza— que los adultos mueran. Ese es el orden co- rrecto de las cosas. Una de las tareas de la vida es enterrar a los padres. Sin embargo, no es natural que los pa- dres entierren a sus hijos. Así no es como la naturaleza lo planeó, y la naturaleza no nos ha preparado adecuadamente para esa tarea. De nuevo, para usar la metáfo- ra: cuando uno de nuestros hijos muere (ya sea por enfermedad natural, acciden- te o suicidio), la naturaleza no nos ha pro- porcionado los circuitos internos necesa- rios para afrontarlo. El problema no es, como con la muerte de nuestros mayores, un duelo adecuado, paciencia y tiempo. Cuando uno de nues- tros hijos muere, podemos llorar, ser pa- cientes, darle tiempo y aun así descubrir que la herida no sana, que el tiempo no cura, y que no podemos aceptar plena- mente lo sucedido. Hace cien años, Alfred Edward Hous-
la propia naturaleza. La naturaleza nos prepara para la mayoría de las situacio- nes, mas no para enterrar a nuestros hi- jos. La muerte siempre es dura. Hay una fi- nalidad y una irrevocabilidad que cau- terizan el corazón. Esto es cierto inclu- so si la persona fallecida es mayor y ha vi- vido una vida plena. En definitiva, nada nos prepara plenamente para aceptar la muerte de quienes amamos. Sin embargo, la naturaleza nos ha pre- parado mejor para afrontar la muerte de nuestros mayores. Estamos destinados a enterrar a nuestros padres. Así es como la naturaleza está designada, el orden natu- ral de las cosas. Los padres están destina- dos a morir antes que sus hijos, y general- mente así sucede. Esto conlleva su propio dolor. No es fácil perder a los padres, a la pareja, a los hermanos o a los amigos. La muerte siempre cobra su precio. Sin em- bargo, la naturaleza nos ha equipado para afrontar estas muertes. Dicho metafóricamente, cuando nues-
RON ROLHEISER: Sacerdote católico y miembro de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Especializado en Teología en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Presidente Emérito de la Escuela de Teología de los Oblatos en San Antonio, Texas. Columnista, conferencista y escritor
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