LA SEROTONINA CUANDO PASAS LA TARJETA ES SUBLIME, LA ESPERA POR TU PAQUETE HACE QUE VALGA LA PENA DESPERTAR Y LA EMOCIÓN DE ABRIR TU PEDIDO ES TREMENDAMENTE… EFÍMERA.
llevó a enamorarse de cosas que no sabían que nece- sitaban, a buscar los envíos gratis, las promociones de “compra dos y llévate tres”, los meses sin intereses y a que el repartidor de Amazon te conozca por tu nombre (¡hola, Juan!). La serotonina que se experimenta cuando pasas la tarjeta es sublime, la espera de uno a tres días hábiles por tu paquete hace que valga la pena despertar por las mañanas y la emoción de abrir tu pedido (¡gracias, Juan!) es tremendamente… efímera. Ese sentimiento de recompensa que el consumo y los objetos materiales producen no dura mucho. Cuan- do no se obtiene felicidad o validación por otros me- dios, la gente vuelve a comprar porque es una emoción garantizada, aunque sea por poco tiempo. Sin embar- go, cuando recibes una cafetera francesa y premios or- gánicos para perro que no recuerdas haber ordenado, tal vez sea momento de reevaluar la relación entre tus hábitos de consumo y tu estado emocional. ENTRE MÁS, MEJOR El mundo es infinitamente diverso. No hay una sola persona que sea o que piense exactamente igual que la otra, pero lo que sí nos une como humanidad es que, cuando se presenta una emergencia, la gente se pelea por el papel higiénico en el supermercado. Este fue uno de los primeros indicios de que esta nueva pandemia no traería nada bueno. Durante los primeros meses de 2020 ya se tenía el entendimiento de que el coronavirus era altamente contagioso, por lo que los cubrebocas de grado médi- co se convirtieron en un artículo muy valioso y necesa- rio para los hospitales y personal médico. El problema fue que no había suficientes para cubrir la demanda
U na batidora de pedestal, pesas (que solo se usaron una vez), un árbol para gatos, acuarelas para un perio- do azul experimental y un toallero extremadamente caro con forma de máquina elíptica son algunas de las cosas que las personas compraron durante el aislamiento social que trajo consigo la pandemia del coronavirus. Algunas de estas compras se adquirieron por ne- cesidad, ya sea para mantener la actividad física acos- tumbrada, para aprovechar el tiempo libre y mejorar hábitos o para probar nuevos pasatiempos. Sea cual fuese la razón, lo cierto es que durante la pandemia las compras llenaron un vacío en el interior de las perso- nas, hambrientas de la interacción de antes y que los
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