Revista Vivienda Infonavit Año 6 No 1 (Junio 2022)

La experiencia de la zonificación restrictiva de Euclides viajó por el mundo y se asentó en diversos países como México. Su popularidad fue tal, que la adaptación mexicana de este modelo se convirtió por mucho tiempo en la única solución para gestionar el suelo urbano. Con el paso de los años y dado el gran espectro de actividades que las personas realizamos en el día a día —ya sea en la esfera productiva, doméstica o social—, el modelo y las categorías básicas de usos del suelo tendieron, en la mayoría de los casos, a hacerse más complejas y rígidas. En menor proporción, y en años recientes, se ha tendido a flexibilizar el modelo mediante la introducción de zonas de usos mixtos o normas particulares. 3 No obstante, la aplicación de este mecanismo ha traído consigo com- plejos resultados que afectan desde la propia gestión de las ciudades hasta la experiencia cotidiana de todas las personas y en particular de los grupos de población en condición de vulnerabilidad. Las consecuencias para la administración guberna- mental y aplicación regulatoria del modelo euclidiano no son menores. La complejidad de proyectar en abs- tracto —lote por lote— el uso y el potencial posible a largo plazo hace necesario contar con capacidades técnicas altamente especializadas. Por otro lado, la rigidez del sistema ha facilitado la introducción de prácticas ilícitas, entre ellas el soborno, para lograr cierto cambio sobre la zonificación secundaria y sus normas. A ello se suman las acciones desacertadas que se oponen al devenir de la ciudad y su naturaleza evolutiva, que limitan la posibi- lidad de construir esquemas virtuosos de gobernanza y, sobre todo, que obstaculizan la posibilidad de construir de forma participativa una ciudad incluyente, compacta, diversa y sostenible. Lamentablemente, la forma física de muchas de las ciudades mexicanas ha absorbido las secuelas técnicas y administrativas del viejo modelo de zonificación que segrega los usos y las actividades, resultando en asenta- mientos extendidos y fragmentados donde prima el ale- jamiento a lo común, lo público y la otredad. La vivienda es segmentada por nivel socioeconómico y se aísla por medio de bardas o alguna clase de limitante perimetral. El espacio público se convierte en un lugar residual donde caminar no es una alternativa deseable, haciendo del automóvil particular la principal solución de movilidad, condición que afecta la habitabilidad, seguridad y salud de la ciudad. Realizar las actividades cotidianas —ir al trabajo, ir a la escuela, hacer las compras, atender a quienes requieren cuidados— puede tomar horas, y para ciertos grupos de población 4 puede llegar a ser, incluso, una actividad de riesgo por el peligro que implica realizar algunos traslados.

Lejos de atenuar los posibles conflictos derivados de la interacción entre diversas actividades y lograr promo- ver una convivencia armónica, la zonificación de origen euclidiano ha creado condiciones indeseables, tanto físicas como administrativas, no solo para la gestión y la regulación urbana —entre ellas la provisión de vivienda adecuada—, sino también para implementar cualquier política o acción dirigida a atender las necesidades dife- renciadas de la población y a promover el ejercicio de los derechos humanos. Es preciso subrayar que cual- quier actividad humana se realiza en el territorio y, por ende, todas las políticas y acciones tienen una connota- ción espacial (Garza, 1986), afectada en mayor o menor medida por la regulación del suelo. No obstante, destaca en importancia la provisión de vivienda adecuada por tratarse de un derecho humano que es fundamental para poder ejercer muchos otros. Sin un marco de planeación en el ámbito muni- cipal que fomente los usos mixtos, la cercanía y el dinamismo, con una estructura de gobernanza que priorice la participación, las soluciones de vivienda adecuada se vuelven retos difícilmente franqueables. La vivienda no puede ser conceptualizada como un ele- mento in vitro, inconexo e independiente de su medio. Necesariamente, la pertinencia de la solución y la capa- cidad de atender las necesidades diferenciadas de la población dependen de su contexto y, por tanto, de la gestión sostenible del suelo. Por ello, diseñar meca- nismos de gestión del suelo desde el ámbito local bajo modelos de planeación participativos y apropiados a las características y la naturaleza de cada municipio es sustancial para crear condiciones —económicas, sociales y urbanas— óptimas donde la vivienda ade- cuada sea una posibilidad real, accesible y asequible para todas las personas.

26 Vivienda Infonavit • JUNIO 2022

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