Estudio sobre la innovación y el uso de blockchain en España
están descentralizadas y distribuidas, por ejemplo, bancos que tienen un conjunto de subsidiarias”. Además, las empresas deben promover la creación de consorcios y participar en las redes consorciadas que se vayan construyendo de forma colaborativa, aunque esto exige diseñar modelos de gobernanza que entrañan di fi cultades para su ejecución. En este punto Faura ve una oportunidad para que las Administraciones públicas den un paso adelante, “ayudando a promover e incluso gestionar el hacer disponible este tipo de infraestructuras para el tejido productivo”. Por su parte, Alberto Gómez Toribio (AEFI) es de la opinión de que el rol de los consorcios —y también de las Administraciones públicas— debe ser el de “facilitar un foro de encuentro para las diferentes posturas y visiones, así como representar los intereses de los colectivos que los integran en instancias internacionales”, lo que en palabras de Javier Ibáñez (Universidad Ponti fi cia Comillas) es la función de “creadores, difusores y coordinadores interinstitucionales”. A este rol de los consorcios, Arancha Martínez (ComGo) añade la función de “culturización” de las empresas, las Administraciones y la ciudadanía. Para Martínez, las Administraciones públicas y los reguladores deberían garantizar las condiciones para innovar, a la vez que se adaptan las leyes para favorecer el uso sostenible de blockchain . Por su parte, Montse Guardia (Alastria) agrega que las Administraciones públicas deben tender a un modelo de “automatización de trámites para ganar más peso en calidad de servicio y mejora en la generación de políticas más cercanas a cada ciudadano”. “Crear un marco de fácil comprensión en toda la Unión Europea” es la responsabilidad que Peteris Zilgalvis (Comisión Europea) señala para las Administraciones públicas y los reguladores, con el objetivo de “proteger tanto a los consumidores e inversores como la
Pardo, líder de esta institución. “En nuestra visión, no es que sea deseable que todos participen, es que para un uso de blockchain para la ‘vida real’, todos ellos tienen que entender blockchain y desempeñar su papel utilizando esta tecnología, eso sí, de manera considerablemente más e fi ciente”. Marc Taverner (INATBA) considera que las empresas tienen el deber de “desarrollar aplicaciones que creen valor para muchos, no solo para unos pocos” y, como ejemplo, cita las aplicaciones en torno a la identidad digital y cómo estas se pueden crear y entregar a los ciudadanos “de una manera que sea respetuosa con su privacidad y les permita interactuar con organismos públicos y con entidades privadas, controlando sus datos, su propia identidad”. En esta creación de valor, Almudena de la Mata (experta de la red Los 100 de Cotec) añade que las empresas, los consorcios y las Administraciones deberán “ser creativos en el diseño de nuevos modelos para solucionar los problemas y retos actuales desde una comprensión profunda del sentido de la descentralización como nueva forma de relación multiparte”. En esta misma línea se encuentra Montse Guardia (Alastria), para quien el papel de las empresas es el de desplegar casos de uso —lo que Arancha Martínez (ComGo) apunta como “acelerar su adopción”— y “trabajar más en agrupaciones entre múltiples segmentos modulando la captación de clientes basada en las medidas de calidad de servicio y en la personalización, más que en el conocimiento del cliente por segmentación”. Julio Faura (Adhara) coincide con este pensamiento. Para él, “las empresas pueden utilizar la tecnología blockchain para hacer sus procesos internos de forma más e fi ciente, sobre todo en empresas que
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