Blog Sembrando hoy la Agricultura del futuro
“La pandemia ha puesto de relieve la importancia de la ciencia y la tecnología para enfrentar las crisis, pero ahora debemos abogar para que ese reconocimiento se traduzca también en un mayor apoyo a la ciencia y tecnología agropecuarias.”
Hay 5 billones de dólares comprometidos mundialmente para la recuperación de la eco- nomía a raíz del impacto de COVID-19 (The Wall Street Journal). ¿Cómo vamos a invertir esos fondos y asegurar que el sector agrope- cuario realice esa inversión aumentando la resiliencia, rebajando las emisiones y, por lo tanto, aumentando la eficiencia y competitivi - dad del sector agroalimentario en el futuro? ¿Qué salvaguardas ambientales y sociales ha- brá? ¿Qué límites pondremos a esa inversión para llegar a donde queremos llegar en cuanto a una sociedad y economía baja en carbono y más resiliente al clima? El sector agroalimentario cobra una rele- vancia clave en la respuesta a estas preguntas. Para ello, hay que aprovechar la coyuntura –aún crítica- para fortalecer la eficiencia, la sustentabilidad, la resiliencia y la compe- titividad. Esto involucra necesariamente el compromiso de diferentes actores públicos y privados, un renovado énfasis en sistemas de innovación más robustos y en la aplicación de alternativas más holísticas e integrales tales como las que se plantean con el modelo de la la bioeconomía. “Cuando llega la tormenta (…) ´algunos´ construyen molinos de viento” La mencionada necesidad de mejorar la eficiencia, sostenibilidad, resiliencia y com - petitividad del sector agroalimentario para responder al cambio climático implica, ne- cesariamente, reinventar y cambiar la forma en que hacemos las cosas, tanto en el campo como a lo largo de toda la cadena productiva. Esa introducción de cambios, indispensable para lograr una recuperación verde tras el COVID-19, es lo que conocemos como inno- vación. La pandemia, como cualquier crisis, es un disparador de procesos de innovación al igual que los disparadores usualmente consi- derados para la innovación en la agricultura (IICA 2019, French et al. 2014), tales como nuevas tecnologías, cambios en mercados, presión de los recursos naturales, o cambios sociales. La crisis destaca la necesidad de cambios y se constituye en un impulso para innovar. Es decir, se disparan cambios a va- rios niveles en los sistemas o ecosistemas de innovación. La pandemia, por tanto, con sus severos impactos en toda la estructura socio productiva, puede “aprovecharse” como un impulso para imaginar e implementar cam- bios profundos en el sector.
1. Conocer el contexto en profundidad. 2. Pensar prospectiva y colectivamente dón- de queremos llegar. 3. Desarrollar los mecanismos para poder construir un futuro de forma colectiva. 4. Diseñar con mirada de futuro todo lo rela- cionado con el sistema agroalimentario. 5. Promover el desarrollo y fortalecimiento de las políticas públicas que refuercen la ciencia y tecnología en el sector y habili- ten que la innovación sea posible de una manera incluyente en todos los sentidos. “Un ´medio´ ambiente no basta, lo necesi- tamos completo” ¿Dónde aparecen los lazos vinculantes entre cambio climático, innovación y bioe- conomía? Hay una estrecha relación entre la salud humana y la salud ambiental, esta es una gran lección que nos está recordando el COVID-19. Renovar los compromisos para adaptar medidas y prácticas frente al cambio climático continúa siendo una prioridad para el sector agroalimentario. Innovar no sólo tecnológicamente, sino también en procesos y productos, será ingrediente fundamental para aterrizar la bioeconomía en sistemas produc- tivos creativos, flexibles y con capacidad de transformarse para la reactivación socioeco- nómica responsable. “El concepto de la bioeconomía redefine relaciones no sólo entre insumos y productos, sino también entre actores públicos y privados a nivel de territorios y sistemas productivos.” La bioeconomía viene a sumar elementos para una mirada profunda a las oportunidades que se abren para una recuperación frente a los efectos tanto de COVID-19, como del cli- ma, que no comprometa aún más la sustenta- bilidad para generaciones futuras. El concepto de la bioeconomía redefine relaciones no sólo entre insumos y productos, sino también entre actores públicos y privados a nivel de territo- rios y sistemas productivos. Se trata del uso de recursos, procesos, tecnologías e incluso
Para que puedan darse procesos de inno- vación, se consideran necesarias una serie de capacidades, tanto técnicas como financie - ras. Así, destacan las capacidades “blandas”, como son el conocimiento sobre el contexto, la capacidad para construir colectivamente una visión del futuro y el camino para lograrlo. La pandemia ha puesto de relieve la importancia de la ciencia y la tecnología para enfrentar las crisis, pero ahora debemos abogar para que ese reconocimiento se traduzca también en un ma- yor apoyo a la ciencia y tecnología agropecua- rias. Además, para que ocurra la innovación, se requiere un “entorno habilitante”, es decir, políticas, institucionalidad, sistema educativo, etc., que permitan la innovación. Aprovechar estas oportunidades y desatar procesos de cam- bio innovadores para una nueva agricultura más resiliente, productiva e incluyente podría traducirse entonces en:
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Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura
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