LA ECONOMÍA DIGITAL EN ESPAÑA. AVANCES Y RETOS POR REGIONES Y SECTORES
2.1. Aproximaciones
recopilación de indicadores sobre la adopción de algunas tecnologías por parte de las empresas y de habilidades o destrezas relacionadas con la digitalización por parte de los trabajadores o de la población, a partir de datos de encuestas sobre el uso de tecnologías digitales, ventas online , plataformas de distribución, etc. Por tanto, no suele existir una aproximación global anclada en los datos oficiales del PIB que permita descomponer la proporción del tejido productivo o de las rentas generadas asociadas a la digitalización. Un ejemplo de los instrumentos de medida utilizados para analizar el avance de la digitalización son los de la Comisión Europea, que aprobó recientemente la estrategia de la Década Digital, con el objetivo de la transformación digital europea. Para llevar a cabo un seguimiento de las medidas políticas que permitan esta transformación, se ha definido la Brújula Digital. Esta se articula en torno a cuatro ejes de actuación prioritarios (población y profesionales digitalmente cualificados, infraestructuras digitales seguras y eficientes, transformación digital de los negocios y digitalización de los servicios públicos), y en cada uno de ellos se proponen indicadores concretos para evaluar el cumplimiento de los objetivos establecidos en la estrategia. Por ejemplo, para evaluar el primer punto cardinal, relativo a una población y a unos profesionales digitalmente cualificados, se consideran dos dimensiones: las habilidades digitales básicas y los especialistas TIC. A su vez, de la primera dimensión, el seguimiento de las habilidades digitales básicas se evalúa teniendo en cuenta el objetivo de que el 80 % de los ciudadanos entre dieciséis y setenta y cuatro años tengan al menos habilidades digitales básicas.
a la medición del avance de la digitalización
La digitalización es un término muy utilizado actualmente, pero es difícil de definir y medir, porque las fronteras que la delimitan son difusas. En principio, está asociada a la utilización de tecnologías que permiten tratar, procesar, almacenar y compartir información en formato electrónico. En su núcleo se encuentran, por tanto, las tecnologías de la información y las comunicaciones, las asociadas a internet, la inteligencia artificial, el big data , etc. Pero la digitalización no solo se deriva de la utilización de un tipo de capital o de una tecnología determinada; para que sea productiva, es necesaria la transformación de las ocupaciones y las tareas de los puestos de trabajo y la adquisición de habilidades y competencias por parte de los trabajadores. De hecho, existe un intenso debate sobre los efectos en el trabajo de la digitalización, como se puede ver, por ejemplo, en Autor, Mindell y Reynolds (2020). Incluso yendo más allá, la digitalización solo alcanza su máximo potencial cuando, además de producirse un cambio en los factores productivos (capital y trabajo), también se innova en los modelos de negocios, las estructuras organizativas y los canales de distribución 2 . Es decir, cuando se aprovecha todo su potencial disruptivo, adaptando toda la estructura del negocio. De hecho, para la OCDE, la transformación digital es el uso de tecnologías digitales y datos, así como la interconexión que da lugar a cambios en las actividades existentes.
La convivencia de estos distintos niveles de análisis de la digitalización (activos o
tecnologías, efectos sobre el capital humano o aspectos más organizativos) implica que existan múltiples aproximaciones para su medición. Cada aproximación se apoya en índices distintos, en función del objetivo perseguido. En general, estas aproximaciones se basan en la
2. Véase la discusión sobre estas tres dimensiones (capital/tecnología, factor trabajo/capital humano y estructura organizativa/modelos de negocio) en Pérez (2020).
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