trabajo y en el conjunto de la sociedad.
Hay que empezar diciendo que no todas las plataformas digitales de trabajo son iguales, dado que algunas, como Uber o Deliveroo, localizan en un determinado territorio sus servicios, mientras que otras, como Amazon Mechanical Turk, permiten la prestación de servicios desde y hacia cualquier punto del planeta. En el primer caso, la organización sindical se vuelve más fácil, dado que los proveedores están localizados en el mismo espacio geográfico. De hecho hay ya movimientos sindicales o parasindicales de conductores o riders de cierta significación en Londres, Frankfurt, Viena o Barcelona , donde se ha creado la plataforma Riders X Derechos. Sin embargo, en el caso de las plataformas digitales donde se producen intercambios de servicios, una de las características estructurales de esta clase de “mercados digitales de trabajo” es justamente su dispersión. La tecnología permite, en efecto, llevar la externalización de actividades hasta el extremo , no solo porque mediante una plataforma se puede distribuir el trabajo a lo largo y ancho del mundo, sinoporquemediante una plataforma puede descomponerse el trabajo en cientos de microtareas que son expandidas a lo largo y ancho del mundo. Ello produce, junto con la absoluta dispersión de la fuerza de trabajo, una absoluta descualificación de la misma . El microtrabajador (microworker) se ocupa, una vez que ha ganado la puja por ella en la correspondiente plataforma, de una de las microtareas en que se ha dividido lo que antes era un trabajo, recibiendo a cambio uno de los microsalarios en que se ha fragmentado lo que antes era un salario. Creo que no hace falta insistir en lo que esto significa en términos de precariedad y pobreza laborales. Pero también, y es lo que más interesa en términos de acción sindical, de falta de identidad laboral de estos trabajadores , que ni saben la profesión a la que se dedican (realizan, sin más, diversas microtareas a través de una app o una web) ni el propio nombre profesional que pueden darse a sí mismos. El trabajo a través de plataformas digitales rompe, por tanto, todas las identidades que antes sirvieron para construir la solidaridad sobre la que, a su vez, se fundó la creación y actuación de los sindicatos. Ni el territorio, ni la empresa, ni la profesión son elementos de cohesión de los trabajadores de las plataformas:
Estos retos que conlleva desde la perspectiva sindical la revolución tecnológica llegan en un momento en el que el sindicalismo está debilitado. No me refiero únicamente a las consecuencias que puede haber provocado sobre el movimiento sindical la crisis económica iniciada en 2008, sino a una corriente subterránea que ya fluía desde hace tiempo. A finales de los años 90 del siglo pasado, Richard Hyman 96 enumeraba tres razones por las que, según él, la “solidaridad mecánica” de la que había gozado hasta entonces el sindicalismo había entrado en crisis: la creciente heterogeneidad de la población trabajadora y, por ello mismo, la creciente dificultad de responder con una acción sindical unitaria a intereses de los trabajadores cada vez más divergentes; la globalización y, con ella, la intensificación de la competencia entre las empresas y la pulsión hacia la descentralización y la desregulación como fórmulas para exacerbar la propia competencia entre los trabajadores; y la erosión de los compromisos políticos igualitarios. Con todo, lanzaba dos mensajes de esperanza que me parecen premonitorios de lo que debe acontecer en este tiempo en el que el sindicalismo está obligado a encarar los efectos de la digitalización. El primero es que no estamos tanto ante una crisis del sindicalismo, sino de un particular modo de hacer sindicalismo, y el segundo, claramente anticipado a su tiempo, que las jerarquías sindicales deben dejar paso a las redes de trabajadores y ha de caminarse hacia el “sindicato virtual”. Tal es, efectivamente, lo que parece estar sucediendo en las plataformas de trabajo digitales. Las que Degry 97 se llama “factorías del siglo XXI” han irrumpido muy recientemente en la arena económica (¿quién había oído hablar hace apenas 5 años de Uber, Deliveroo o Amazon Mechanical Turk?) y tienen todavía un peso en número de trabajadores que puede calificarse de marginal, pues, según los estudios (ya que datos oficiales no existen), el trabajo a través de plataformas es la principal fuente de rentas de no más del 2,5% 98 de la fuerza de trabajo . Sin embargo, tienen tal potencial de transformación del modelo productivo y de relaciones de trabajo que concentran prácticamente todas las miradas 99 (y temores) de la dogmática jurídica y de los propios medios de comunicación.
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