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DE S T I NOS DESTINATIONS

Las texturas, los colores y sabores de Quiven / The textures, colors and flavors of Quiven. Foto / Photo: Gentileza Quiven.

ARTE AL PLATO En una bella casa a orillas del Nahuel Huapi, el chef Pablo Quiven decidió abrir un elegante restaurante. Así nació Quiven, hoy templo de una cocina que se jacta de ser ciento por ciento patagónica y lidera el ranking de reseñas en TripAdvisor. En este espacio, el cliente es protagonista. Como se maneja solo con reserva, el restaurante ya sabe quién llega y con qué compañía, a qué hora y dónde quiere sentarse. El plan es entregarse a dos horas de placeres en los que se van sucediendo siete platos inspirados. La carta se modifica cada día, pero pese a los cambios constantes y a que siempre se usan productos de temporada, ya hay ciertos clásicos que se instalaron para quedarse: la cheesecake de mandarinas y la sopa de hongos (setas) con huevo a 63 grados, queso brie flameado con azúcar mascabo y un crocante de queso. Otras joyas son la crème brûlée de coliflor y crema de maíz con langostinos dorados en coco y espuma de crustáceos con papel de calamar. Además de tratarse de una cocina de calidad, lo que sorprende en Quiven son las presentaciones. Con una vajilla que cambia con cada paso, los platos se muestran como pequeñas obras de arte efímeras. “Lo que se vive es una experiencia gastronómica. Tenés que venir dispuesto a que tus sentidos se dejen sorprender por una carta con diferentes texturas, colores, sabores y temperaturas”, observa el chef. Evidentemente, Bariloche puede presumir de mucho más que paisajes increíbles. En este rincón de la Patagonia hay mucho por descubrir.

ART ON A PLATE In a beautiful house on the shore of the Nahuel Huapi, chef Pablo Quiven decided to open a tasteful restaurant, giving birth to Quiven, now a temple to 100% Patagonian cuisine and leads the rankings on TripAdvisor. At this venue, the customer is at the center. Since it operates only by reservation, the restaurant already knows who they will be serving, at what time and where they wish to be seated. The idea is to indulge in two hours of pure delight, throughout seven inspired dishes. The menu changes every week, but despite the constant changes and the fact that they only use seasonal ingredients, some classics came to stay: the tangerine cheesecake and mushroom soup with a 63-degree egg, flamed brie with unrefined sugar and crispy cheese. Another one of their crown jewels is their cauliflower and corn crème brûlée with browned king prawns in coconut and crustacean foam with squid paper. Besides its high-flying cuisine, what also stands out at Quiven is its display. With cutlery that changes with every course, each dish is displayed as a small, fleeting work of art. “What we offer is a culinary experience. You have to be willing to let your senses be surprised by a menu with different textures, colors, flavors and temperatures,” says the chef. Evidently, Bariloche can flaunt much more than its incredible landscapes. This corner of Patagonia has a lot more to discover.

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