¿ H U M A N O S A L A B A J A ?
de la talla de Allan Pacey, académico de la Unidad de Medicina Reproductiva de la Universidad de Sheffield, Reino Unido. Pacey consideró que el estudio tenía fa- llas metodológicas y resultaba exagerado, dado que se enfocaba únicamente en países occidentales y ricos en Norteamérica y Europa, así como en Australia y Nueva Zelanda —en América del Sur, Asia y África no se halla- ron disminuciones significativas. Count Down (2021), de la doctora Shanna Swan y la periodista Stacey Colina, no es solo un libro cien- tífico, sino que es un gran relato que muestra cómo nuestro estilo de vida, saturado de químicos tóxicos y hormonas, impacta en la fertilidad y en la sexualidad de las personas: “La baja fertilidad humana se debe a disruptores del sistema endocrino por la alta concen- tración de químicos derivados de plásticos, aparatos electrónicos, comida, empaques, pesticidas y produc- tos cosméticos”. A considerar. Dado que la fertilidad es un asunto cuando se tra- ta de planear la concepción, Swan recomienda a las mujeres congelar sus óvulos cuando se encuentren en sus 20, como si se tratara de un seguro; a los hombres jóvenes les sugiere realizarse un conteo de esperma para comprobar su fertilidad y, en caso de algún pro- blema, pensar en una corrección temprana. ¿Qué resulta preocupante en este relato? ¿Que las parejas de países desarrollados no puedan procrear en el futuro a causa de la contaminación o las soluciones planteadas? ¿Nos debe extrañar que la congelación de espermas, óvulos y embriones sea una de las prácticas más habituales en los países desarrollados y un mejor negocio que la adopción por las implicaciones legales? Las autoras hacen hincapié en la infertilidad mas- culina y señalan que, si esta tendencia continúa, la fertilización in vitro y otras técnicas de reproducción asistida pueden convertirse en algo común para poder concebir a un/a hijo/a.
SOBRE EL CUENTO DE LA CRIADA Y OTRAS PREOCUPACIONES
En el mundo distópico de El cuento de la criada , la escritora Margaret Atwood expone la vulnerable posi- ción de las mujeres ante el derecho de procrear en un contexto tóxico, liderado por un sistema masculino opresor, conservador y totalitario. La mujer fértil se convierte en un bien explotable y carente de elección personal, su vientre está al servi- cio de un estado, cuya bandera es la continuidad de la especie. No se cuestiona la fertilidad masculina ni se castiga al varón poderoso. El estado premia a los hijos de Jacob con una criada a la cual preñar. Este plantea- miento puede parecernos lejano, digno de un maratón de fin de semana viendo la serie homónima de Atwood con la increíble Elisabeth Moss, pero empieza a sentir- se cada vez menos ficción. Además, la fertilidad masculina sigue como un tabú y nos queda mucho por aprender para lidiar con ella, dados los factores psicológicos que desencade- na. De acuerdo con la Encuesta Merck: los Hombres y la Fertilidad, más del 30 % de los mil hombres parti- cipantes (de entre 18 y 45 años) consideraba a la mu- jer como causa de la infertilidad, pero la esterilidad masculina está asociada a más del 50 % de los casos de infertilidad conyugal; en el 30 % de los casos, el
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