360 UDEM No.6- El k-pop es cosa seria

¿ H U M A N O S A L A B A J A ?

hombre es el único responsable y en el 20 % restante está combinado con un factor femenino. Otro hallazgo importante de la Encuesta Merck es que los hombres sienten un deseo mayor de tener hijos que las mujeres, pero están menos dispuestos a recurrir a otras técnicas de fecundación. Por último, y quizá lo más relevante: en caso de hacerlo, más del 60 % no está dispuesto a aceptar el semen de otro hombre como donante, lo que devela un fuerte prejuicio masculino. PREOCUPACIÓN POR LOS QUÍMICOS Aquí haremos un alto para expresar la preocupación de Atwood —y también la mía—. La tasa de natalidad de los países se mide por el número de hijos que tiene una mujer, no por la cantidad de hijos que puede en- gendrar un hombre. Por lo tanto, si aceptamos que los varones pueden, en un futuro, ser infértiles, ¿cuál es el papel de la mujer en ello? Tal como señala la Dra. Marisa López-Teijón en su artículo sobre esterilidad y tóxicos ambientales en el blog del Institut Marquès de Barcelona (un famoso centro de fertilidad), “muchas sustancias químicas y materiales creados por el hombre en las últimas dé- cadas nos han facilitado la vida: pesticidas, plásticos, pinturas, barnices, detergentes… pero la naturaleza no sabe metabolizarlos ni degradarlos y, además, en los animales y humanos se comportan como hormo- nas femeninas”. López-Teijón, al igual que Swan, insiste en que las personas tenemos el derecho a saber lo que contienen los alimentos, los cosméticos y los productos que con- sumimos y si esto afecta la fertilidad no solo mascu- lina, sino también femenina. Para Pacey, detractor de Levin y Swan, no hay una evidencia clara que explique la aparente disminución en la cantidad de espermato- zoides. Sin embargo, médicos especialistas del Institu- to Marquès reconocen que en España sí se asocia la baja fertilidad masculina con la exposición a químicos.

EL GRAN DILEMA: O PRODUCES O TE REPRODUCES

Llegamos a este punto y es necesario hacernos otras preguntas: ¿Cómo se relaciona esta aparente tenden- cia del bajo conteo de espermas en los países desarro- llados con las aspiraciones de vida de los individuos? ¿Es una alerta sobre otros asuntos como la migración, las oportunidades de vida y los derechos reproducti- vos? ¿Por qué coinciden geográficamente tantos paí- ses europeos con baja fecundidad? En naciones con economías altas, la paternidad/ maternidad se cruza con la etapa más productiva. Para las mujeres empoderadas implica un dilema: producen o se reproducen. Por lo menos en Europa, Estados Uni- dos y Nueva Zelanda es evidente que la autonomía y el autodesarrollo económico ganan en la decisión. Para Albert Esteve, director del Centro de Estu- dios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona, la clave está en el tiempo y en la eco- nomía. “Cuando te emancipas y dejas la casa fami- liar, no tienes hijos inmediatamente. Empiezas una relación de pareja y hay un tiempo de prueba hasta

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