peores condiciones que sus homónimos masculinos: menor tasa de actividad (cuatro puntos) y de empleo (5,9),
mayor tasa de paro (2,4 puntos), más porcentaje de trabajo a tiempo parcial (14,2% para ellas y 4,9% para ellos), más
temporalidad (21% frente a 13,2%) y menores ingresos (4,9%). En este último aspecto (ingresos), la brecha de género
era menor en nuestro país que en el promedio europeo (9,7%).
Conclusiones
Un año más, en 2022, se constata la desigual distribución de la población adulta española por nivel de estudios, respecto a la europea. Es especialmente preocupante la baja proporción de población con estudios secundarios de carácter profesional (10% frente a 35% en la UE) y la excesiva proporción de adultos con estudios obligatorios como máximo (más de 15 puntos porcentuales por encima del dato de la UE). En contrapartida, España tiene un mayor porcentaje de graduados superiores que la Unión. Esta distribución no concuerda con las necesidades de la estructura productiva española, lo que, entre otras consecuencias, lleva a la sobrecualificación de una gran parte de los graduados superiores. Nuestro país se caracteriza por una predilección exacerbada por la transición educativa clásica de la vía ESO-Bachillerato- Universidad, y se ha tendido a menospreciar la senda que implica a los estudios ligados a la formación profesional. Es de esperar que con la Ley Orgánica 3/2022, de 31 de marzo, de ordenación e integración de la Formación Profesional se incremente el interés por esta vía y que los resultados educativos y laborales de esta mejoren. Sin embargo, es importante tener en cuenta que también existe un aspecto cultural y de reconocimiento que debe abordarse.
Otra conclusión que se deriva de la revisión de los datos es que a medida que se alcanza un nivel más elevado de estudios, se obtienen mejores resultados en el mercado laboral. Sin embargo, la situación de los graduados superiores españoles, respecto a los de la UE, es peor: tasas de empleo inferiores, mayores tasas de paro, más temporalidad, ingresos más bajos y un mayor porcentaje de parados de larga duración. Esto se debe en gran medida a problemas estructurales de la economía española y a un funcionamiento poco eficiente de los elementos institucionales que conforman el mercado de trabajo español. Prueba de ello es que los resultados comparados negativos se repiten para toda la población independientemente de su nivel de estudios. Consecuencia de esta distribución de la población por niveles educativos y de su desajuste con la actual estructura productiva del país es la sobrecualificación, siendo España el país con más sobrecualificación de la Unión Europea. Este fenómeno conlleva que una parte considerable de los graduados superiores esté empleada en puestos de baja cualificación, con la consiguiente merma de sus resultados laborales (como menores ingresos por el trabajo desempeñado). Al registrarse mejores resultados laborales cuanto mayor es el nivel de estudios, parece lógica la predilección por seguir la
vía de estudios más clásica mencionada anteriormente. No obstante, el sistema no puede ser ajeno al desajuste que esto produce, junto con la elección del área de estudio. Tal y como se analiza en detalle en el apartado 2.4, los resultados laborales difieren en grado sumo por ámbito de estudio. Además, hay que tener en cuenta que la vía de la formación profesional supone menos coste económico y menos tiempo invertido y que si se potencian, como pretende la nueva Ley de Formación Profesional, los programas duales y acercar más el mundo de la formación al laboral podría significar una mejora considerable en la inserción en el mercado de trabajo. En este sentido, estudios recientes ponen de manifiesto la dificultad que encuentran las empresas a la hora de buscar personal para cubrir sus vacantes. Sigue existiendo una brecha entre las capacidades y los conocimientos con los que salen los jóvenes al mercado laboral y los que demandan las empresas. Esta brecha es especialmente significativa en los perfiles más nuevos, ligados a las nuevas tecnologías que van surgiendo en el campo de la informática. Precisamente, por áreas, un reciente estudio apunta que para las empresas existe una falta de personal acuciante en el sector de las TIC, pero también en el sector sanitario, a todos los niveles, y en perfiles de formación profesional ligados al desarrollo de la industria.
Finalmente, los datos revelan que las condiciones de inserción laboral son menos favorables para las mujeres que para los hombres, lo que se materializa en una tasa de empleo inferior, mayor tasa de paro, menos contratos indefinidos, más jornadas a tiempo parcial e inferiores ingresos percibidos. Diversos informes han incidido en que esta penalización estaría muy ligada a la maternidad 6 1 , pero lo cierto es que también se observa la brecha de género en la inserción laboral de recién graduados, como se describe en este informe en el apartado 2.4, a los que con gran probabilidad la maternidad no les afecta. Tampoco se debería al área de estudios seguida. Si bien es cierto que en informática o en ingenierías (ámbitos con buenos resultados de inserción laboral) hay un porcentaje reducido de mujeres, al comparar los datos controlando por ámbitos de estudio de los que egresan, la brecha salarial persiste. Para revertir esta situación se requiere de estudios más exhaustivos que permitan explorar las causas subyacentes (diferencias en la promoción, por ejemplo, debido a cuestiones culturales, de discriminación...) y así obtener una comprensión más completa de la situación, que facilitará el diseño de estrategias ad hoc para reducir su impacto.
6. Por ejemplo De Quinto A., Hospido L. y Sanz C. (2020): The child penalty in Spain. Documentos Oca- sionales número 2017, Banco de España.
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